viernes, 19 de octubre de 2012

Nuestra vereda

Permíteme llamarte amor,
no es que conozca tanto,
pero el mundo tiene cosas
que no se pueden ocultar.

Éste, tu humilde lugar,
el palacio donde figuras,
se vuelve desesperación con cada
noche más que no llegas.

Mi cuerpo son manecillas que recorren
cada rincón de esta cama
como si pensarte fuera toda una noche y un día,
y voy girando y de pronto me detengo para escribirte esto.

La hora aunque no puedo precisarla, no importa,
puedo decir que fue el momento de más brillo en mi memoria,
producto del arribo de tu sonrisa por ejemplo,
o del momento en que tú también te detuviste allá en las cordilleras
de tu dormitorio, y ahí el viento complice y Cupído
que lleva mis discursos hasta ti y me trae tus suspiros,
ambos chocan y le arrebatan su calidad a los secretos.

Qué alegría encontrarnos y sonreir de nervios,
conscientes de lo que nos debemos y con cierta prisa por comenzar,
y ser ambos un tibio paisaje que explota
en miles de flores de jacaranda para teñir nuestra vereda.




gatts

No hay comentarios:

Publicar un comentario