viernes, 20 de enero de 2017

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Lo que es posible descubrir o enterarse una mañana cualquiera esperando que se le atienda en el hospital, el que usted guste, público o privado son una porquería de servicio.

Perdieron la cuenta, hacía ya un montón que esperaban y ella no se había movido más que una vez al baño y volvió y seguían casi las mismas personas que llegaron después. Algunas se fueron y volvieron, otras no.

Somos 37 contando al que llegó recién, pero creo que murió; quizá murió antes y en una especie de reflejo llegó como para hacer saber que falleció y que alguien notifique a quien tenga que ser notificado, aunque parece que llegó solo. No aguantó mucho - dijo ella sin recibir la más mínima señal de atención del sujeto sentado a su lado izquierdo.

Ella tenía una enorme habilidad para darle sentido a los números, ese vicio de, cuando aún se utilizaban,  hacer sumatorias con los dígitos del ticket del colectivo; guardaba los que dieran veintiuno como resultado o los que representaban la letra inicial del nombre de algún tipo que le gustara.

¡Uy! ¡Se murió otra! ¡Tan linda! Coincidimos saliendo del baño, me dijo que nació en un pueblo del norte y que vino para acá a probar suerte; acá descubrió su gusto por la arquitectura, la estudió y trabajaba en obra, y ahí sufrió el accidente - continuaba ella hablando con el viento.

Si bien el tipo hacía como que la ignoraba, iba registrando cada comentario de ella.

- He esperado hasta 6 horas.
- ¿Eh? ¿Por qué tanto? - por fin preguntó él.
- ¿Usted es tarado?
- ¡¿Qué le pasa?!
- ¡Y, sí! Si me van a atender ¡Qué mierda hago!
- ¡Ja! Bueno, mi duda no es por qué esperó, sino qué pasó que tardaron tanto.
- Hace preguntas muy estúpidas.
- ¡Váyase a la mierda!
- Ja, ja, ja, ja. ¡Qué sentido!
- Deje de joder.
- Solo intento aligerarle la espera.
- ¡Aaah! ¡¿Es un nuevo servicio?!
- Ja, ja, ja, ja. Igual pasaré primero.
- ¡Ja! ¡Ahora resulta!
- Espere.
- ¿Qué pasa?
- Sabe, hace un rato la doctora salió a comentar que debía atender a otra chica que estaba en la sala porque le solicitó que viniera hoy. Pasó la chica y después llegó un tipo por quien ya no hubo explicación y entró de una.
Resultó que estaban citados para tener sexo, un trío, lo supimos cuando se escucharon esas inconfundibles exaltaciones; de hecho tuvimos que cantar para distraer a un niño que andaba a los brincos justo aquí.
- ¡¿En serio?!
- Ja, ja, ja, ja ¡Sí!
- Ja, ja, ja, ja ¡Qué loco! Bueno ¿y por qué está acá?
- Tengo una alergia nerviosa - cortita y al pie la dejó ella - ¿Vos?
- Y, cuando no hay recursos vas al público.
- Claro.
- ¿Qué con eso de la alergia nerviosa?
- Me empezó a partir de que sacaron los tickets del colectivo.
- ¿Por?
- Guardaba todos los que sumaban veintiuno.
- ¿Con el folio del ticket?
- Sí.
- ¿Por qué guardaba los veintiuno?
- Por un juego que aprendí en el secundario, de que sumabas los números del folio y si daban veintiuno, equivalen a un beso.
- ¿Canjeables?
- Algo así.
- ¿Y quién te los daría?
- Y, alguien.
- Mmm... ¿Y los que no eran veintiuno?
- Depende.
- ¿De?
- Pues, por ejemplo, si el ticket es el 981517, al sumar cada dígito el resultado es 31...
- Ajá...
- Ahora, el abecedario tiene 27 letras por lo que el 31 no representa ninguna de ellas.
- Sí...
- Entonces sumas el 3 más el 1 y te da 4. La "D" es la cuarta letra del abecedario.
- Ajá...
- Bueno, si conoces alguien cuyo nombre comience con "D" y te gusta, guardabas el ticket y si tenías otro con veintiuno, podías canjear ese "21" con esa "D".
- Ja, ja, ja, ja. Y si quien me gusta su nombre empieza con la letra 21 ¿qué pasa?
- ¡Mierda! ¡Nunca lo pensé! Pides dos besos, supongo.
- Ja, ja, ja, ja. Igual es divertido.
- ¡No te burles! Sufro por eso. Desde que sacaron los tickets no he conocido a alguien que me agrade.
- Me estás diciendo que tu vida amorosa depende de un ticket de colectivo?
- ¡¿Qué te importa?!
- ¡Cálmate! Hay números en todas partes.
- ¡¿Como en dónde?!
- Mmm... Pues... Seguro pagas algún servicio: agua, luz, etc; las boletas traen todas folio.
- ¡Tienes razón! ¡Lo intentaré!
- ¡Bien!

Salió una enfermera a informar que había una demora de 2 horas y en esa intervención se fue la chica de los números.

- ¿Cómo te ganas la vida? - preguntó ella.
- De momento solo subo al subte a tocar la guitarra y ganarme unos pesos y...
- ¡Ahora no me digas tu nombre!
- ¿Eh?
- Sí. Solo dime el número de la letra con la que empieza.
- ¡Ah! A ver, deja hago cuentas.
- ¡Bah!
- Mmm... ¡la 10!
- Ok. ¡Chau!
- Pero... ¿no te vas a atender?
- Ya no. Lo mío es alergia nerviosa.

Ella habrá esperado 4 horas y se fue sin ser atendida, él habrá esperado otras 3 y en ese inter pensaba y pensaba en el juego de los números; cuanto más se obsesionaba, más absurdo lo encontraba e intentaba pensar otra cosa.

Luego de unos días, una mañana el tipo interpretaba su lista de canciones y colocó su gorra para quien quisiera cooperar. En el último vagón donde tocaría tan solo le colocaron un billete de 5 y otro de 10; alistaba todo para bajar y otra persona llega y le arroja un montón de papeles.

El tipo se sorprendió, no entendía porque una persona agarraría de basurero su gorra; quería mandarle un derechazo, pero se contuvo y notó que lo que le habían arrojado eran todos tickets de colectivo. Tomó uno, hizo la suma... ¡21! Tomó otro, hizo la suma... ¡21!

- Son todos 21 - le dijo una mujer.

Levantó la cabeza y vio una mano que le extendía un ticket más; hizo la suma y daba 10.

- Soy Tamara.

Se reincorporó por completo y sonrió a la par de su ex compañera de sala de espera del hospital.

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