viernes, 10 de septiembre de 2010

El brillo de ciertas mañanas

Un horizonte sumergido entre nubes grises
o dispersas en horas triviales;
montones de pensamientos que siguen un curso hasta
donde convergen y deben alinearse a una prioridad.

La inconformidad siempre en prisa,
el hastío y su inconfundible desgana;
la voz de la igualdad absurda,
la sonrísa de la expectativa y sus intentos.

Esperando acontecimientos inéditos para
el amarillismo y tan cotidianos para
la vitalidad de interminables suspiros
y desvanecer la agonía de algunos latidos.

Los turbios escenarios del desgaste diario,
los enigmáticos pendientes indescifrables
para la saturación y contaminación mental
y las brevedades que son disponibles.

Las tormentas de frustración e incomprensión,
el dejo de distracción ligado a la ignorada fortuna,
resuelto todo por el brillo de ciertas mañanas
o de todas y cada una.

Sus trayectos, su calidez y precisión,
la pausa que no todos gozan,
los conflictos desatados en la inhóspita
demencia que proveen las cavilaciones
irracionales ávidas de paridad incongruente,
desplazada y disuelta al toque de un andar,
de un detener, de una aproximación,
de un alejamiento, de un ceder, de un recibir.




gatts

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