lunes, 14 de enero de 2013

Carta No. 2

No antes, no después, las cosas
van en el momento justo;
tengo que lidiar con una noticia terrible,
y eso es mi apreciación.

Me parece que le van a sacar los colores al mundo,
el baile más alegre tendrá interpretación de fúnebre marcha,
pero esas son mis conjeturas.

Acá resaltan ciertas cosas;
tomaré mate, en verdad lo prefiero que al café,
no es por mi declarado amor por Argentina,
sencillamente lo prefiero, para explicar,
si es que me es posible, esto que ocurre.

En algún instante le hallé sabor al cine,
cuando antes lo repudiaba,
ahora me ofreces una maravilla de solución:
lo prefiero en casa, contigo;
saturando la cocina de tu risa,
saturando la casa de este cuadro de novela,
donde te diré que el cine europeo
es real, palpable, pero crecí con Hollywood
y su final feliz; y no hablo de salas de masaje
y su doble giro, pero acá, como recién leí:
"al carajo el final feliz, que esto nunca termine".

Entonces llevaba tiempo pronunciándote.
Lo otro, creo también haberlo confesado:
soy nuevo en el jazz, tal vez siempre lo sea.
De lo poco que conozco, puedo decir que quizá
lo atractivo del jazz es que siempre suena distinto,
aunque sea una melodía que haya escuchado
ya muchas veces; así es contigo,
eres como un jazz: siempre suenas distinta
y aunque te he escuchado mucho,
me es imposible dejar de hacerlo.

Tus manos que improvisan en piano,
tus ojos suaves como un sólo de viento,
tu respiración agitada que se difumina
tan sutil como los golpes de las baquetas;
y tus labios que van inventando
sonidos tan profundos que marcan el paso.




gatts

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