sábado, 31 de diciembre de 2011

Atuendos

Allá en su círculo, el que van formando a detalle,
con gustos afines, aversiones compartidas,
de experiencias, de tiempos combinados.

Allá en su círculo, al que hay que afrontar,
sin objeciones, sin contemplaciones,
del que se parte porque se compró
una versión que se ocupaba vender,
de gustos callados, repulsión manipulada,
de circunstancias, de tiempos obligados.

Allá donde todos se sonríen
porque todos comulgan con la misma idea;
donde se festejan las virtudes sembradas
y el consciente colectivo.

Allá donde todos se sonríen
mientras esto sea perceptible,
porque los mueve el interés
y se abstraen hasta el punto más primitivo del instinto
y exponen a la razón.

¿La razón equivale al orden?
¿bajo qué parámetros se rige el orden?
¿quién determina esas cantidades?
¿cuál es la mejor interpretación de esos consumos?

Cada pequeña institución promueve sus valores,
de ahí la empatía. La aplicación y alcance
de esos valores están atados a las estimaciones
de quien los porte.

Los verdaderos atuendos de las personas:
el de la obligación, la desgana, la hipocresía;
el de la pasión, la sencillez y la devoción;
atuendos y elementos vertidos todos
en un mismo recipiente.




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Realismo

Hasta antes de estrechar manos,
de mirar y esperar una rutina, una jornada;
hasta antes de socavar cada argumento
que la mente colocaba.

Recorriendo ya cada ciclo inconcluso
por la infinita tozudez,
la tempestad de un ahora,
en la incomprensión de un ayer.

Nada es más trágico, más austero
que andar por obligación,
distante, indiferente,
desaturando a la convicción.

Los vicios, los hábitos,
lo que se inventa,
lo que es real,
frágil barrera, posición fundamental.




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Química u otras cosas

De pronto pasa, mi ausente mirada
se cruza con la tuya distraída,
tu tímida mueca que se refleja en la mía;
levanto los hombros, simulando los tuyos.

Plena sonrisa que antecede un suspiro,
parco espacio que nuestro momento ilumina.

No hay más sonido
que el que inventa el uno del otro;
estrechas tus manos para corresponder a mi pierna
que se sacude como queriendo improvisar algo.

Tal vez sea química, quizá sean otras cosas.
Me parece que ya nos conocemos,
ahora debo buscarte,
aunque no sepas cuándo ni dónde,
sabes que voy a encontrarte.




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Noche de mayo

Dejas mis vicios correr,
incluso eres cómplice de algunos;
te ocupas de mis hábitos,
lo veo en tu rostro que imagino pensando
y lo delata tu adictiva mirada.

Deberías poder ver cuando mucho te nombro,
busco socavar mis nervios entre un cigarro y otro;
sé que es una de mis versiones que no compartes
pero al menos le doy a mis manos y mi boca,
algo en que distraerse.

El resto de mi, se encarga de ti,
de acercarte, de soñar tu cintura,
despertar en tu cadera, de entrar por tu pecho,
de viajar por tu espalda, de platicar con tus muslos
y de andar en tus brazos; de tu olor a frutas,
tu sabor a fresca mañana, de tu color de dulzura
que sacude mi calma.

Tierna noche de mayo,
no sé si haya algo pendiente,
tirita tu voz, tiembla tu vientre;
cae el último muro, me cautivas
y empiezo a reconocerte.

En la penumbra me distingues,
en la penumbra se dibuja tu melodía;
en la penumbra te siento expuesta,
y suenas y suenas hasta que llega el día.




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jueves, 1 de diciembre de 2011

Sin pistas, sin instrucciones

Te he pensado hoy más que otras noches, que otras mañanas;
has dejado de ser recuerdo de un recuerdo;
todo visto desde este rincón
no parece tan caótico, tan gris.

Parpadean las ventanas,
entra el viento a gritar,
a delatar la fiesta del tiempo,
la danza de los árboles
y los coros del suelo y de algunos.

El frío todo lo registra,
esta tira de pensamientos
queda en precisos tramos,
piezas únicas de lo que disfruto ver,
y partes vitales de lo que quiero decir.

Modelo sin guion, sin pistas, sin instrucciones;
te vas formando de mí, de mis deseos;
estoy formado de ti, de tu voz, de tu respiración,
de tus ojos, de tus manos.

Nos volvemos a encontrar sin guion,
sin pistas, sin instrucciones, para irme formando de ti,
de tus deseos, y saber que estás formada de mí, de mi voz,
de mi respiración, de mis ojos, de mis manos.




gatts

A la víspera del día

A veces a media madrugada,
tras varios giros, despierto
pensando que quiero estar frente a ti.

Me levanto y ando de un lado a otro,
convencido que debo partir,
a decirte todo, a guardarme nada.

Todas las calles van hacia donde estás,
y es mejor correr hasta allá,
porque tal vez sea más rápido,
porque es más propio de esta ardiente ilusión.

Así, a la víspera del día,
al final no habrá más que decir,
vas a mirarme sonriendo, contenta de que esté ahí;
voy a mirarte sonriendo, contento de saber
que estabas a punto de salir.




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