Para hacer un poco de tiempo
¿puede uno crear más tiempo?
o ¿es sólo una manera bastante estúpida de buscar valor?,
si es que acaso es lo que hace falta.
Primero te voy a agradecer:
tu atrevida sonrisa le ha devuelto las palabras a mis manos
y les ayudó a interpretar lo que mi semblante entero
no consigue ocultar.
Sí, estamos inmersos en una enorme distancia
tan corta y tan lapidaria.
No es el paso que doy siguiendo los dos que tú das,
es la impensable posibilidad de inventarme
y remover, de entre todas mis erradas decisiones,
ese amor tuyo que mostraste sin más,
ese amor nuestro que nació en un viejo sofá
brillando entre montones de letras;
ese amor que sujetaste en un cepillo y lo volviste canción
teniendo por audiencia sólo mis oídos,
y mis ojos atentos al camino y a tus gafas.
¡Ah! Esa abrumadora y envolvente intensidad tuya
a la que despacio le dije que volvería y no lo hice;
todo este tiempo lleno de una convicción
que lo llenó todo de vacío.
a. lombardo
lunes, 18 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
DALM
Eso es lo que observo de las oficinas,
son en ocasiones como esos hospitales psiquiátricos
que nos muestra el cine, que nos muestra la realidad:
los encargados te quieren sedado y deambulando, ausente;
silenciado por esos parcos pasillos,
hasta que llega un cuerdo
que se hace pasar por un loco más
y los despierta a todos.
Me pasa muy seguido a la hora que despierto,
en el sillón junto a mi cama,
tomándose un mate, fumándose un cigarrillo,
está el verdadero yo; lleva horas despierto
o tal vez sin dormir, observándome para preguntar
por los argumentos que lleva pidiendo para aceptar
o convencerse de esto que día con día
le indico que acepte,
después para gritarme que le parezco imposible,
y no entiende cómo me gusta seguir,
si lo que él ofrece, es mucho mejor, más sencillo.
Lo observo, me levanto y hablo de un pacto.
Me termino su cigarrillo, me tomo un mate y está ahí,
con su pantalón corto, sus tenis, su chaqueta delgada:
con su cara de gato, su balón, su saxofón, su pluma, su libreta;
siendo él para dejar de ser yo o dejar el disfraz, ese pesado e inerte disfraz.
Estamos siendo de verdad, estamos ocurriendo.
Ese soy yo, sin espejo, tan sólo yo.
Ese soy yo: mal hablado, alburero, vulgar, alegre, bromista,
sarcástico, amable, impulsivo, impaciente;
quien no acepta las cosas como le son dadas,
con montones de música, con algunas palabras,
con algunos bailes, con algunas historias,
con tantos lugares y tantas comidas, con tantas personas;
ese soy yo, con un solo tiempo al que hay que atender
porque sólo seré esta vez.
diego lara
son en ocasiones como esos hospitales psiquiátricos
que nos muestra el cine, que nos muestra la realidad:
los encargados te quieren sedado y deambulando, ausente;
silenciado por esos parcos pasillos,
hasta que llega un cuerdo
que se hace pasar por un loco más
y los despierta a todos.
Me pasa muy seguido a la hora que despierto,
en el sillón junto a mi cama,
tomándose un mate, fumándose un cigarrillo,
está el verdadero yo; lleva horas despierto
o tal vez sin dormir, observándome para preguntar
por los argumentos que lleva pidiendo para aceptar
o convencerse de esto que día con día
le indico que acepte,
después para gritarme que le parezco imposible,
y no entiende cómo me gusta seguir,
si lo que él ofrece, es mucho mejor, más sencillo.
Lo observo, me levanto y hablo de un pacto.
Me termino su cigarrillo, me tomo un mate y está ahí,
con su pantalón corto, sus tenis, su chaqueta delgada:
con su cara de gato, su balón, su saxofón, su pluma, su libreta;
siendo él para dejar de ser yo o dejar el disfraz, ese pesado e inerte disfraz.
Estamos siendo de verdad, estamos ocurriendo.
Ese soy yo, sin espejo, tan sólo yo.
Ese soy yo: mal hablado, alburero, vulgar, alegre, bromista,
sarcástico, amable, impulsivo, impaciente;
quien no acepta las cosas como le son dadas,
con montones de música, con algunas palabras,
con algunos bailes, con algunas historias,
con tantos lugares y tantas comidas, con tantas personas;
ese soy yo, con un solo tiempo al que hay que atender
porque sólo seré esta vez.
diego lara
Suscribirse a:
Entradas (Atom)