martes, 29 de noviembre de 2016

Un jugador diferente

Todo esto surgió por las declaraciones previas a la Final; preguntaron por mi experiencia durante ese mes en ese país, y ahí la portada mundial.
Sin duda pude, y tal vez debí, haber contestado otra cosa, pero no, dije lo que tenía que decir:
"La organización bien, pero eso de que las mujeres de aquí no puedan conducir, no puedan ingresar a una cancha y tengan que andar cubiertas de pies a cabeza es una de las tantas estupideces del machismo. ¡Por favor! Cómo alguien que piense así y lo promueva puede estar al frente de una nación". Ahí se pudrió todo.

Nunca me agradó eso de aceptarse como un gran algo: gran futbolista, gran escritora, gran cineasta, gran doctora; me parece muy mamila. En ese sentido me gusta pensar como Ronaldo quien dijo que jamás se consideró mejor que los demás, sino que trató de ser bueno en lo que hacía.

En mi primer entrevista, ya con algo de reconocimiento en el gremio, me preguntaron que cómo decidí o supe que quería ser futbolista, la respuesta seguiría siendo la misma siempre: "por la película de Stallone"; en español la llamaron "Camino a la victoria", y que está inspirada por la anécdota del equipo que enfrentó a un representativo nazi y que tenía indicaciones de perder, lo cual les importó un chorizo y ganaron y los empinaron por eso. Aclaré también que por la misma película quería ser arquero, pero resulté ser promesa de gol: me anotaban 3 o 4 por partido, a veces en cada tiempo; por ello el técnico -bastante humanista y en un acto muy a lo "La marca del zorrillo" o a lo Pittilanga- tuvo la ocurrencia de que quizá estaba intentando en la posición equivocada, así que me envió de 9, y con el tiempo ajustó y me pasó a jugar de 10 donde resulté tener mucha más idea que al comienzo.

Mi pueblo es futbolero, en inferiores siempre anda bien, lamentablemente quienes están en la administración del equipo profesional -que lleva ya más de 20 años en la B- son todos perros que solo ven sus intereses, de visión muy limitada que convirtieron al Club y a la pasión de la gente en herramienta política (cada pinche proceso electoral hacen promesas con respecto a alcanzar la máxima categoría). Dicha situación me llevó hacia la metrópolis más cercana en donde uno de los dos equipos de 1a que ahí conviven, me dio la oportunidad.

Allá me gané el cariño de nuestra grada y el desprecio de la rival por varios detalles -entre ellos goles decisivos-.
En mi primer clásico -en cancha de ellos- anoté 2 goles para cuyos festejos fui hasta frente a su hinchada oficial y mostré una playera que decía "Incomparablemente mudos"; después como fue novedad la actuación del novato, me entrevistaron días después y declaré que lo único incómodo del partido fue que se sintió mucho frío y que seguro se debió a la tribuna. Todos los demás clásicos que jugué en su cancha salí con bufanda, gorro, guantes, chamarra y multa.

El desempeño siempre me respaldó como a esas chicas por colocarse los lentes en el lugar adecuado, sin embargo, hay otros aspectos que me valieron la aceptación hasta de algunxs contrarios.
En un torneo jugábamos contra Australia y antes del juego un periodista me pregunta que qué sé sobre Australia, así tal cual su pregunta; le respondí que su capital es Canberra, son muy apasionados del footy, los Beatles estuvieron en Melbourne y Slim Dusty interpreta la versión que más me gusta de Waltzing Matilda; el periodista era australiano, se sonrió y me dijo que en realidad preguntaba acerca del equipo, pero que le había dado muy linda respuesta. Les ganamos y aún así sus seguidores cantaron Waltzing Matilda y me regalaron una bandera.

El primer equipo europeo en contratarme fue uno londinense. Tras dos temporadas conseguímos un sexto lugar y un décimo, pero en ese segundo año ganamos la Europa League.
Esa linda historia comenzó cuando en mi presentación en el Club, la prensa comenta que mi llegada generaba mucha expectativa y que entonces cuál era la mía (expectativa), ahí fue que me animé a hablar en inglés:
"Well, fortune's always hiding, I've looked everywhere... I'm dreaming dreams, I'm building castles high... I don't know of what, but we'll be champions".
Cuando levantamos la Copa ese periodista entró al vestidor y no alcanzó a decir algo siquiera, se soltó a llorar.

De ahí pasé a la ciudad de Manchester, al equipo que llevaba ya años sin títulos y obviamente al llegar un nuevo jugador depositan su esperanza, apuestan.
En mi primer conferencia como jugador de esa institución inventé que una persona en el aeropuerto me habría dejado pensando.
"In the airport when I was waiting for my bags, an old man asked me: "Is it your imagination or you finally found something worth living for?". He surprised me with that question, then I answered to him: "Tell them not to fear no more. Say it loud and sing it proud when it happens".
Diez temporadas y varios títulos después no sé si lo haya hecho, pero de la historia estamos en la etapa más gloriosa del Club. El día de mi último partido con la camiseta hubo tremenda fiesta.

También hubo controversias. Me gané el odio de la afición del multicampeón español cuando me negué a jugar para ellos haciendo público mi desprecio por esa camiseta y que en la construcción de su historia estaba la mano de Franco. Nunca fue tan hostil su estadio como cuando visitábamos.

Me prohibieron la entrada al país durante casi un sexenio porque jugando para la Selección un partido de eliminatoria mundialista, anoté y mi festejo fue ir a una cámara a gritar exigiendo la renuncia del presidente, y en el segundo gol mostré una playera con el mensaje de "Nos faltan 43"; después me entrevistaron por eso y claramente el mensaje era y es que hay muchas más cosas que deben ocuparnos antes que exigir a los futbolistas el bienestar de un pueblo. Se entiende que se trata de una breve escapatoria a tanta basura, pero a los sátrapas hay que exigirles. Si no juego más, pido trabajo en la televisora y me compro una enorme casa blanca.

En un punto de mi carrera me pegó el lado político y hacía mis protestas, muchas contra el gobierno de mi país, muchas otras contra el del vecino país del norte.

Así fue mi vida futbolística hasta que caí en esta instancia, si bien no se consiguió esa libertad, ese gusto de que las mujeres de ese país pudiesen ingresar a la Final sin burkas, el intento se hizo, pero las autoridades no me lo perdonarían.
Me esperan para colgarme, tan pronto el árbitro finalice el juego, un grupo de militares me escoltará a una corte donde ya está decidida mi suerte, no podré festejar ningún logro, ni la tribuna plagada de burkas ni nuestro primer título mundial. Que hayan ingresado es un gran triunfo.

El final del encuentro me sorprendió a mitad del campo junto al árbitro quien se anticipó y me dijo que por favor caminara rápido hacia las bancas para evitar tanta escena, que igual sería escena, pero sabía a lo que me arriesgaba.
Señaló el final, me dio la mano, me felicitó.
- Felicidades campeón. Por favor sal rápido- me dijo extendiendo su brazo en dirección de las bancas y donde estaban los militares.

Caminé medio aceptando palmadas y sacudidas de cabellera, nadie se iba a oponer para no convertir el festejo en masacre.

Fui acercándome a la entrada hacia los vestidores los aplausos se intensificaron, la gente se levantó y de pronto las pocas que entraron se sacaron las burkas y ahí me detuve, no podía creer lo que estaba pasando; los milicos todavía no veían lo que yo y supongo que asumían que estaba por correr. Cuando quisieron acercarse para sacarme, las mujeres -ahora sin su típica vestimenta- comenzaron a arrojar las burkas hacia la cancha y, para mayor sorpresa, gran parte de la afición comenzó a arrojar ropa, no podía verse más que una tormenta de prendas y apenas se notaba el verde de los militares; ahí fue que un grupo de emburkadas me rodeó, me colocaron una y me sacaron. No supe cuándo cesó la lluvia, entendí que no debía hablar, al menos hasta que no me indicaran que podía.

Viajé durante horas en un automóvil hasta que por fin se detuvo y me hablaron en perfecto español.
- Usted nos dio la idea para sacarlo.- me sacaron la burka- ¡Es libre!
- ¡Espere! ¡¿Cómo les di la idea?!
No respondieron y se marcharon.