domingo, 8 de junio de 2014

Los torneos entre barrios son los mejores

Para cuando llegó la policía el ladrón ya había avanzado un tramo considerable. Entraron los oficiales y lógicamente la solitaria, por el detalle que es el que quiero platicar, ama de casa estaba exaltadísima.

– ¡Ay, nooo! ¡No puede ser! ¡No puedo creerlo! – gritaba la mujer caminando de un lado a otro cambiando cada tanto la mano en la frente y la otra en la cadera.
– Cálmese señora. ¿Está usted bien? – preguntó el oficial Manzur.
– ¡¿Cómo voy a estar bien, infeliz?! ¡Se acaban de meter a mi casa!

Eso terminó de joder lo que iba del día del oficial Manzur.

Alertando la reacción de su compañero, el oficial Dimas intervino.

– ¡Tranquilícese señora! Lo material lo vamos a recuperar, ahora lo importante es saber si no la agredieron.

La señora pegó un grito donde abundó la primera de las vocales, tomó aire, golpeó sus mejillas al mismo tiempo, encendió un cigarrillo, dio tres bocanadas, se enderezó y respondió.

– Perdóneme oficial. Ustedes cumplen con su trabajo y yo con mis pendejadas, pero entiéndanme un poco. Estoy muy asustada. ¡No! No me agredió. Lo que me encabrona es que… bueno… no sé si debería contarles…
– ¿Qué pasa? – preguntó el oficial Dimas mientras el oficial Manzur aún tenía la mirada anclada en los mozaicos del piso. – Estamos para protegerla, para asistirla. Puede confiar en nosotros – continuó el oficial Dimas.
– Bueno, es que… ¡Ay! ¡Me da pena! – comentó la señora ya serena, pero ahora con un semblante ruborizado.
– ¡Venga, señora! Tiene que cooperar – insistió el oficial Dimas luego de exhalar un poco de fastidio.
– ¡Ay, bueno! Lo que pasa es que hoy cumplo 3 años de casada y pensé que mi marido y yo tendríamos algo como una noche de bodas todo el día, pero el muy cabrón se fue a ver una Final de futbol.

Ese comentario provocó que el oficial Manzur despertara y la mirada del oficial Dimas se expandió, pero no hicieron comentario alguno y la señora continuó.

– Como este cabrón se fue y me dejó pues… ustedes saben… ¡inquieta! Pues me metí a bañar con agua fría. La cuestión fue…

Olvidé mencionar que la señora estaba de muuuy buenas carnes.

– … Fue que en la regadera y que el agua no se sentía tan fría, y ya con la untada de jabón, pues empecé a recorrer mi cuerpo con ambas manos y una se detuvo entre las piernas.

Los oficiales no podía creer lo que escuchaban y seguían atónitos.

– Ahí estaba cuando el imbécil que se metió a la casa dijo: "¡Ay, estúpida! ¡Estás bien sabrosa!"; ahí reaccioné y me cubrí con lo que encontré y le arrojé el champú, salí a corretearlo, pero el infeliz corrió más rápido y se salió. O sea ¡el muy pendejo me estaba viendo!

El oficial Dimas se compuso como pudo, pero el oficial Manzur seguía fuera de si aunque ahora con una mirada de rabia.

– Señora ¿vio la cara del sujeto? – preguntó el oficial Dimas.
– ¡No! Sólo sé que iba en mezclilla y con una playera roja. Bueno creo que sí lo alcancé a ver, pero no me acuerdo bien.
– Ok. Saldremos a patrullar a ver si lo vemos o alguien más lo vio.

Los oficiales recopilaron los datos pertinentes y se fueron, bueno el oficial Dimas y se llevó a su compañero Manzur.


– Manzur… Manzur… ¡Manzuuur!
– ¡¿Qué, güey?!
– ¿Estás cagado por lo que creo?
– ¡A huevo, cabrón! ¡Pinche comandante cagada!
– ¡Ya güe'! Es sólo un juego.
– ¡No mames! ¡Es la pinche Final! ¡Me va de la verga en muchas cosas y el fucho es en lo poco que la armo y me olvido de todo!
– Güey ¿crees que el marido se fue a ver esa Final?
– ¡A huevo, ojete! Es aquí en el barrio, por eso el cagada del comandante me mandó a patrullar, porque ese ojete vive en el barrio contra el que jugamos la Final; sabe que ando de goleador y el puto me manda a jalar.
– ¿Trajiste tus cosas?
– No, güe'; andaba todo cagado hace rato y me salí hasta sin tragar.
– Pos vamos aunque sea a apoyar a la raza; total si sale algo nos avisan por radio.
– Pos vamos, ya qué chingados.


El ladrón no conocía el barrio, amaneció ahí producto de una peda, pero igual quiso robar.

Salió corriendo y como no sabía para donde irse, corrió hasta llegar a un campo de futbol en donde había un chingo de gente presenciando una Final. Ahí estuvo mezclado entre la muchedumbre los últimos 15 minutos del primero y los primeros 25 del segundo.

El juego de ida en el campo del ahora visitante había quedado empatado a cero y ahora, hasta el minuto 25 del segundo, iban empatados a uno, pero el gol en patio ajeno le daba la copa a los forasteros.

En ese tan mencionado minuto 25 llegaron los oficiales Dimas y Manzur, el ladrón los miró y asumió que lo andaban buscando; se acercó a la banca local, quienes justamente jugaban con playera roja, y habló con el entrenador.

– Viejo ¡hazme un paro!
– ¡¿Tú quién chingados eres?! ¡¿No ves que estoy en una Final?!
– ¡Güeee'! ¡Hazme un paro!
– ¡¿Qué chingados quieres?!
– ¡Méteme a jugar!
– ¡Tas pendejo! ¡Vete a la chingada de aquí. Vamos abajo y tú engrosándola!
– ¡Güeee'! ¡Méteme a jugar, por favor! ¡Por el que más me parezca!

El entrenador, consciente de que en la banca sólo tenía 3 defensas y 2 medios lesionados, sus delanteros en el campo no daban una y el capo Manzur tuvo que trabajar, volteó a ver al tipo.

– ¿De qué juegas?
– ¡De medio!
– ¿Cómo te llamas?
– Dime "Tripa".
– Bueno Tripa, pide short, tachones, calcetas y espinilleras; vas a entrar como Pepe Manzur, vas de enganche, cabrón. ¡Haz algo a la mierda!

Salió la bola del campo, el entrenador pide el cambio y entró la Tripa a quien nadie conocía y, lógicamente, todos se sorprendieron.

– Oye Manzur ¿quién es ese? – pregunta el oficial Dimas.
– ¡Sepa madre! ¡En mi pinche vida lo había visto!
– ¡¿Qué mierda le pasa a tu entrenador?!
– ¡No sé güey! Debe estar desesperado; vino todo el barrio a verlos menos la vieja cachonda del robo.

Del 29', que fue cuando realmente entró, al 43', la Tripa jugó distraído mirando constantemente a los oficiales, hasta que el entrenador le gritó.

– ¡Tripaaa, hijo de la chingada! ¡Haz algo hijo de tu puta madre! ¡¿Para eso querías entrar, puñetas?!

A unas cuadras del campo la señora sabrosa que asaltaron, o bueno que se metieron a su casa, pensaba en voz alta.

– ¡Este pendejo ¿qué se cree?! ¡Aniversario y el puto viendo futbol! ¡Voy por este pendejo yaaa!

Tomó su bolsa y llaves, encendió el carro y se dirigió a la cancha. Llegó al campo a eso del 41', buscó a su esposo y por ahí del 43' lo halló abrazado del ausente goleador Manzur a unos metros de la banca local, y justo cuando comenzaba a zarandearlos: uno por ser el marido chilero y al otro por ser el policía chilero, gritó el entrenador.

– ¡Tripaaa, hijo de la chingada! ¡Haz algo hijo de tu puta madre! ¡¿Para eso querías entrar, puñetas?!

La señora se espantó, la gente seguía cantando y saltando; volteó a la cancha y aclaró memoria… ¡La Tripa había estado momentos antes viéndola bañarse y más!

– ¡Ése es! ¡Ése es!
– ¿Ése es quién? – preguntó el marido.
– ¡El cabrón que se metió a la casa!
– ¡¿Qué?! ¡¿Se metieron a la casa?!
– ¡Sí, pendejo! ¡Tú viendo futbol y a mí casi me matan!
– ¡No mames! ¡Sácalo Manzur!
– ¡Sí! ¡El pendejo ése está perdido en el campo! – dijo Manzur.

Justo cuando el oficial Manzur se disponía a meterse para levantarlo, la Tripa taponea a un contrario en medio campo, le sacó la de gajos, avanza, cubre la bocha, gira y sigue avanzando; pisa la bola, le hace caño a un defensa y avanza. Lleva 3 desparramados, le sale el cuarto, toca al "9", se desmarca y le devuelven la pared, pero un tanto larga y elevada y ya dentro del área; le sale el "6" contrario a rebanarlo, pero en el bote de la redonda le hace un sombrero; el esférico pica en el manchón penal donde llega el "2" contrario a mandarla al barrio siguiente, pero la Tripa alcanza a puntear y le hace caño. El portero que era un tren a la hora de salir, arranca como huyendo de la suegra, se lleva de corbata a la Tripa, pero éste logra tocar por arriba.

Se hizo silencio, ya no queda en el agregado; Manzur, la señora y el marido ya van corriendo hacia la captura del ladrón, la gente dejó de saltar y cantar y…

– ¡Gooooooooooooool! ¡La puta madre, pinche Tripa se mamó! ¡Gooooooooooool! – grita el entrenador.

Gol grita la gente y todos corren hasta donde yace la Tripa. El marido se adelanta junto con Manzur y Dimas que los alcanzó; la señora sujeta del brazo a su esposo.

– ¡¿Ganamos?!
– ¡Sí, amor! ¡Somos campeones!
– ¡Te amo, gordo! ¡Feliz aniversario!

Se abrazaron. Dimas y Manzur levantan en hombros a la Tripa y la gente haciendo masa, canta: "¡Diooo la cooopaaa, La Tripa dio la cooopaaa! Y del robo nadie se acordó.




lombardo