jueves, 30 de agosto de 2018

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¿De qué otro modo es posible?

A la mañana los números no cierran, nadie lo creería, lo creemos porque es tu risa y la mía, mi boca desconfigurada y tu labio inferior oculto tras tus dientes, al diario escurriéndosele todas las porquerías y nuestras manos a prisa con dirección a los pasos.

Recién noté que tomé una hoja que tiene impreso el 209 y obvio recordé la ruta de colectivo en Monterrey, somos varias personas quienes consideramos que a los operadores de esa ruta les importa muy poco la vida y siempre van primeros en esa carrera de la que solo ellos están enterados, incluso me animé a comentarlo y me dijeron que el Playa es la máxima aventura en ese rubro; habrá que tomarlo un día, por mero deporte.

Después recordé que la primera vez que nos vimos llovía, me esperaste fuera de un restaurante con una sombrilla muy linda del color de las flores de los lapachos, estabas con un cigarrillo y justo dabas una pitada cuando aparecí con una coca cola.

Nadie lo creería, pero bueno.

Un poco tu boca afligida, otro tanto tu mirada cómplice, era posible mucho más y presumís o amenazás que me sorprendería si te soltases y que toda la radio debe ser una fiesta que te sostiene a pesar del tiempo, y te beso y mi mano en tu pierna, y ojalá ahí pudiéramos tan solo arrojarnos a un ejercicio de completar oraciones, a una sopa de letras donde aparentemente estamos, o al crucigrama inconcluso donde conectan todas esas cosas que al encontrarnos hacemos y que la gente no se da cuenta, y otro beso tuyo me trae de regreso y entonces es adiós o hasta pronto si es que pronto es la vida siguiente o ese mundo alterno del que tanto charlamos.