viernes, 20 de marzo de 2015

Prólogo

Dónde lo alcanzan las cosas a uno.

Haciendo un resumen, siempre he llevado a Argentina conmigo. Tal vez papá no quiera reconocerlo, pero su pasión por el futbol lo delata, y van todas las canicas - no es albur ni soy un ente mitológico que tenga más de dos, si es que hablamos de esas canicas - a que me llamó Diego Armando debido a la euforia del que para mí, y al menos para todos los argentinos con los que he platicado al respecto y uno que otro de diferente nacionalidad, ha sido el mejor jugador de futbol: Maradona.

Durante mi infancia se volvió una broma que, mientras no estuve consciente de El Diego, me molestó porque pasaban lista o me preguntaban para comprobar que el niño ya hablaba y además había aprendido su nombre. Y entonces era: "¡Diego Armando!... ¡¿Maradona?!" o "¿cómo te llamas?", preguntaban y yo:  "Diego", luego venía la comprobación de mi habla: "Diego ¿qué más?", y yo, aceptando que desde entonces descubrí mi talento para fastidiar a la gente porque querían apellidos, fecha de nacimiento, tipo de sangre y el clima y hora en Moscú, sólo decía: "Diego Armando", y acto seguido: "¡¿Maradona?!" y me agarraban la cara. Ni pedo.
Después cuando supe bien sobre Maradona, entonces sí y a la fecha es un orgullo y ahí dejo el tema porque si no me prendo chingos.
Incluso de niño quería ser como Oswaldo Ingrao, ese central que jugaba en el Atlante. Otro argentino.

Es curioso, pero tratándose de música los recuerdos más antiguos que tengo son de canciones de Piero, Leo Dan, Leonardo Favio, Palito Ortega, Sandro; argentinos todos.  Aclaro: esto no quita que Bronco y Tropical Panamá sean la mera verdura.

Yo no sé  ustedes, pero Maradona y Redondo juntos en un equipo es un lujo, un dúo dinámico histórico como Pedro y Pablo, Tintan y Marcelo, La Quirina y Mago; estos últimos los invito a que investiguen historia de Ciudad Victoria. El caso es que por esa época de Maradona y Redondo en la selección (1994) pasaban - en ese canal cuya compañía está muy de moda por haber chispado a Carmen Aristegui - varios programas que eran de mi agrado y que coincidentemente eran todos argentinos: Hola papi, Gerente de Familia, Mi familia es un dibujo y, donde me enamoré del acento, La Nena, con Valeria Britos y Rodolfo Ranni.

Pocos años después comencé a seguir la Liga argentina de futbol, cuando el súper Boca de Bianchi: Córdoba, Ibarra, Bermúdez, Samuel, Burdisso, Arruabarrena, Serna, Cascini, Traverso, Gaitán, Riquelme, Barros Schelotto, Palermo, Barijo, Delgado, Tevez; por mencionar algunos jugadores de esa etapa.

Luego siguió el tango que fue herencia del abuelo, después los Cadillacs y los Decadentes, después Piazzolla, después Páez y Calamaro; luego llegaron las empanadas, el mate y Borges, Sábato y Cortázar, y bien al último, Arlt.

Todo eso lo fui ingiriendo en la vida hasta que pude llegar y es casi como lo imaginé, sólo que mejor por esas personas y esas experiencias que jamás se me habrían ocurrido; y estoy tan agradecido de poder estar acá tan lejos de donde inicié y tomarme el tiempo que merece explicar que allá por el norte tierra de pasiones, entre las montañas se encuentra escondida de Tamaulipas la flor consentida.

Admirado admirando

Eso es saber corresponder.

Observas la versión de "Lyla" que ejecutan Clapton y Marsalis, la cara de Marsalis luego del solo de guitarra para mí dice que él no puede hacer otra cosa que tocar algo a la altura, y entonces viene la trompeta.

El trombón y el clarinete lo entienden y hacen lo propio, pero lo majestuoso empieza por los otros dos; después de ellos que pase lo que sea, no importa; incluso creo que Marsalis declara en notas su eterna admiración a lo que Clapton recién pintó con sus cuerdas.