domingo, 19 de mayo de 2013

FRAGMENTO: Otro domingo

Este domingo sí salió distinto.
Cual si fuera chiste: "estaban la Marquecita Guadalupeque (zanganus golosus) y el Pibe Oriental decidiendo dónde comer..."

Mira lo que pasa con dos insurgentes unidos en estos tiempos: un lugar de comida muy variada, que no me es posible definir el tipo, no porque conozca de cocina, sino porque es muy variada; tan variada como el orden que nunca hallé en la librería. Además el tiempo y los grandes comentarios disfrazados entre la escasa ventilación y cualquier otra tontería, pasan a ritmo de reggae; hay libros, igual muy diversos, y una improvisada decoración que me animo a decir, surgió bajo el efecto de algo y en nombre de la buena vibra.

Ahí, muy sugerido, como queriendo no ser descubierto, como en secundaria aquella compañera de holgadas ropas, cuando se acentúa el gusto por sus curvas y la devoción por lo que el uniforme detalle y los descuidos intencionados y los verdaderos permitan distinguir, y que en un prometedor festejo de quien realmente no interesa, descubrimos tan desarrollada, tan crecida, que merece todos nuestros pensamientos y lo que a las manos se les ocurra con ahínco, con prisa, con calma, hasta arrebatarnos una sonrisa algo agitada; así fue para mi, y tal vez estés de acuerdo, conocer La Gua-Gua, aunque debo aclarar que para ti quizá sería el compañerito ejercitado que en educación física hallaba espacio para sonreir y acomodar su fleco, porque a esa edad todos queríamos ser Brandon Walsh, James Dean o el galán de la novela de las 7, y hasta ahí me voy para dejar fuera la amplitud de las circunstancias.

Mina y Ramón tocan reggae, cocinan Moño Ñongo y tacos del maniaco, cautivan con las limonadas de un tal José a quien de cariño llaman "Pepito"; quién lo pensaría, estos insurgentes del siglo XXI, tan globalizados, en su muro virtual, donde imperan la paz y los "brothers" o "carnales", lleno de "me gusta". Lindo plan para domingo.

Todo esto lo resuelvo al mirar que recién me llegan noticias tuyas luego de recordar tu apuro por recordar un poema de Benedetti, mientras termino de convencerme que carezco de argumentos para Catón, mientras señalo a mis paisanos-parientes luego de pedir café y avanzamos imaginando que paseamos por Temperley.




Augusto Lombardo