sábado, 19 de abril de 2014

La eficiencia de CFE

Para quienes crean que el servicio de la CFE no vale madre, aquí los contradigo.

Sobre el "27", entre Ocampo y Zaragoza, en aquella época, vendían unas tortas que creo que se llamaban: "Mexicanas"; ahora que lo pienso, y si mi memoria no me está mintiendo, pinche nombre tan creativo, pero bueno, las tortas estaban con madre, es decir, muy buenas.

Era de noche y esas tortas figuraban en el menú de la cena a efectuarse en el 134 de la calle Framboyán (que así se llama la calle aunque hasta hace poco me corregiste y ahora sé, como Roberto Carlos, que el árbol se llama Flamboyán) del Fraccionamiento Las Flores. La cena se demoró porque El Contador quería para él sus tacos de jamón en tortilla dorada.
Mientras La Maestra preparaba el platillo, el ahora Arquitecto junto al ahora conocido intrafamiliarmente como Nonito Donaire, se salieron a jugar futbol pateando hacia la portería que Los Hernández gentilmente y sin que fuese su finalidad, habían colocado: el portón de su casa; pinche portón hacía un ruidaso de la chingada con cada gol y, con seguridad, fastidió a más de un vecino.

La casa de Los Hernández no estaba terminada y por ende no vivían ahí, pero creo que cumplía con las prioridades: casa para reuniones y motel para el menor de sus hijos. Tenía el portón del que ya hablé y lo que hoy es su segunda planta, entonces eran blocks acomodados a lo pendejo, y ni tan a lo pendejo porque permitía el juego; se iba el balón para arriba y era posible subirse y rescatarlo. Los rescates de balón fueron numerosos. Usualmente cuando aporreábamos esa estructura metálica teníamos varios cómplices; esa noche no.

La regla era clara: gol, te pones.

Hacía un calor de la chingada, lo recuerdo porque algunos vecinos que ya ostentaban sus aires acondicionados, los tenían prendidos. La fecha no la recuerdo, pero ya dije que hacía calor.
En lo que La Maestra forjaba los de jamón, El Contador miraba "24 Horas", "Eco" o Las Gatitas en "A la cama con Porcel", vale madre.

Acababas de meter gol, te acomodaste en la portería, pongo a botar el balón y le dejo caer la derecha, esa derecha que con el tiempo, habiendo escuchado consejos, habiendo observado ejemplos y tras varias cheves, utilicé para mi primer baile "de caballito"... ¡ay, papel! lo que es la ponzoña, pero como dijo un buen amigo: "si le molestara ya se hubiera ido". Y bueno, ¡a chingar a su madre! ¡balón pa'rriba! Te apuntaste y acomediste a bajar el balón y te subiste en chinga porque conocías bien el territorio, ahí te escondías para espiar a la vecina ja, ja, ja, ja. El punto no es ése. Gritaste: "¡ya lo hallé!"; te respondí: "¡de ahí dale!", pero no había visto que estabas de espalda hacia donde yo estaba y, debo decir, ¡qué pinche puntería! ¡cayó en un cable del alumbrado público!
Creo que el destello que salió, ha sido lo más cercano que he visto a un abuket o a un poder de caballero del zodiaco. Del transformador, que debe seguir en el poste que está afuera de casa de Los Hernández, toda la línea hasta la Fresno, y casi toda la línea hasta la Sauz... ¡puuum, cabrón! ¡A la chingada la luz! ¡Toda la Framboyán a oscuras!

Al chile aún no sé cómo te bajaste tan en putiza, debió ser el conocimiento de territorio que mencioné; entramos corriendo hasta el cuarto y no pasaron 10 segundos cuando se escuchó la voz de El Contador: "¡¿Qué chingados hicieron?!". Eso sin duda era el preámbulo de algo no muy alentador, pero misteriosamente el viejo se enfocó más en que los climas de los vecinos los habíamos empinado y que más allá de que ya ni chingábamos, nosotros los íbamos a pagar.
Cenamos a oscuras, la cuadrilla de la CFE llegó rápido y en 10 minutos restablecieron el servicio; el viejo aún con la duda preguntó: "¿no se chingan los aires acondicionados?", -¡No! - respondió el jefe de cuadrilla. ¿Seguro? - insistió El Contador; - ¡No, señor! Esos aparatos tienen un mecanismo de autoprotección para estos casos que falla la corriente. Sepa la chingada si sea cierto eso, pero no pasó a más.

A lo que iba con todo esto es que la CFE es muy eficiente para las fallas de su servicio (incluyendo balonazos al cableado) y que esas pinches tortas estaban muy buenas.

Feliz cumpleaños Gera. Cuando vivíamos en el "8", entre tantos juegos que teníamos, uno era hacer supuestas portadas para supuestas películas. ¡No eran porno! aclaro; y aquí una gran portada:




No recuerdo cómo te dijo, pero eso de dejar la cuadra sin luz fue junto con tu compañero "pelos parados".




lombardo

lunes, 14 de abril de 2014

Antes que suene la alarma

¿Qué tanto nos dice un sueño? ¿Qué tanto ocurre y en cuánto tiempo?

Por ahí encontré que si se quiere recordar lo soñado, es bueno comenzar por cerrar los ojos antes de levantarse y una vez que se haya recordado lo suficiente, abrir los ojos y entonces levantarnos.

Veamos si es verdad que todo pasa por algo. En lo que se desplaza el camión de por la casa al trabajo y aunque voy a involucrar 3 temas: música, mujeres y futbol, seré breve.

Algo hacía sobre el sillón cuando relinchó el caballo blanco del que hablaba el señor Jiménez, salí corriendo atravesando aquel inmenso mundo donde crecí, lleno de moras, tamarindos y libélulas; en la espalda llevaba pegada con cinta la hoja con el "10" que alguien escribió por mí. Cuando me desvanecí a un costado del árbol, aparezco a instantes de anotar el del campeonato de ese recreo y, expectante, cerca de la cancha la sonrisa de la pequeña Silvia.

Patié con fuerza, con tanta fuerza que salió un destello. Cuando la luz cesó, reacciono que el balón viene hacia mí y lo hipnotizo con la interna de la derecha; el señor Esparza asegura que nunca se va a olvidar de alguien, la linda Celeste estornuda, aproxima en sus manos un obsequio y yo desde la mitad del patio vuelo por él y no logro alcanzarlo. Alguien tira de mi camisa para enderezar mi rumbo hacia el de los compañeros; el señor Tyler garantiza permanecer despierto para no perderse algo, yo mando la esfera de una esquina a otra y me desentiendo para sujetarme de la izquierda de Tania que tuerce su boca y baila; doy tres giros y llueve café, le pongo el pecho a la "5" y me refugio en la enorme brevedad de Ana y sus tenis rojos. Sus pisadas inventan el área, el balón asciende por entre la oscuridad y se torna en un sol de medianoche; impera en lo alto mientras al ras imperan los ojos de Alejandra que simplifican la jugada. Toco y me voy, me devuelve la pared el silencio, recibo sobre el manchón penal, piso la bola y miro a la grada; sin buscarte te veo, la coloco al ángulo, suena el despertador.

Cuando la sonrisa de Silvia, el estornudo de Celeste, la izquierda de Tania, la brevedad de Ana y la mirada de Alejandra, hubo un festejo. Han pasado el domingo, el olvido, la respiración, la lluvia y el sol; yo miro fijo a la grada, atento para festejar cuando aparezca el rostro aquél que soñando encontré sin buscarlo.




lombardo