viernes, 15 de agosto de 2014

El por qué vendo hotchos

Lo hago porque me recuerdan la noche más magnífica en la que he estado.
Flores, compartir medio litro de nieve viendo "Diario de una pasión", serenata; son generalmente indicadores de éxito. Yo no tenía precisamente los mismos recursos, pero ¡por Dios!, si tienes dos ases y acaban de bajar los otros dos, ¡tienes que apostar!
Tienes un solo tiro para el incapturable espécimen, lo fallas y cagaste. Te dan el penalti para evitar el descenso del equipo, lo mandas a la mierda y todo se va al horno.
Bien... ¡un concierto de Michael Bublé! Me van a disculpar, pero ese cabrón es como si fuera el musical de Christian Grey: todo sensual, todo funciona... ¡chingado! Simplemente no te va a dejar morir. Ok, uno no es ese dios griego del libro ni millonario, pero ¡es Michael Bublé!.
No sé por qué Bublé iba a comenzar tarde, así que me tomé el atrevimiento de sugerir una cena casera previa al recital: sorrentinos rellenos de jamón y queso, bañados con salsa bolognesa y muzzarella; vino tinto, todo a media luz, una terraza, la luna a full y el disco completo de Coltrane for lovers. Después sería el concierto y más vino, luego la Huasteca, más vino, Getz & Gilberto, más vino... ¡no mames!¡En estado de gracia!¡Tocado por Dios! Ya para esa altura iban a llover tulipanes y listo, ¡ciao!¡se chingó! Como campeón.
Era la diosa de la oficina, tan sólo verme con ella me convertía en deidad de algunos, pero eso no es suficiente, quería todas las palmas, sacarla del parque.
¡Qué preciosa mujer! Podría deshacerme buscando describirla, pero no sé si alcance, tendrían que verla. ¡Ay, nanita! Llegó un punto en que pensé en llevar cardiólogo al trabajo.
Pero así como las cosas funcionan, las cosas se pudren, son un fiasco.
Los sorrentinos fueron despreciados porque la muchacha había cenado (antes aclaro que nada tengo contra ningún alimento y benditos sean todos ellos) huevo con jamón, un chingo de salsa y refresco. Bien tenía alimento como para cuatro días. 
El vino no le gusta porque sabe gracioso... ¡hazme el chingado favor! Por lo pronto se chingó el vino con la pasta, con el concierto, con la Huasteca y con todo a la merde; a Coltrane le dieron puente y Bublé no tuvo su efecto porque no es tan bailable como las mamadas que proponen Armando Christian Pérez, mejor conocido como Pitbull, y Romeo Santos... ¡No mames!
Nos salimos del concierto porque la chica se había peleado regresando del baño porque una tipa le manchó la blusa; el tiempito al aire libre valió madre porque ella ya traía sueñito porque según estuvo de hueva el tipo este y, al chile, ya ni ganas del selfie para apantallar raza; ni la gas ni la lavada de pinche carro ni la boleada de zapatos... ¡valió ñonga!
La fui a dejar al quinto culo donde no había ni madres. De regreso el carro se apagó y ya no quiso prender. Caminé un huevo buscando un Oxxo para meterle saldo a esta madre (porque soy jodido) y poder pedir un taxi; comenzó a llover bien cabrón y yo con un hambre de la chingada porque no iba a tragar sorrentinos solo; seguí caminando todo pinche mojado hasta que topé con un carro de hotchos.

Lo que funciona, funciona aunque a veces deje de hacerlo; los fiascos, por terribles que sean, a veces son tan sólo el preámbulo de algo majestuoso.
El tipo bastante huevón me dijo: "aquí está el pan, acá las salchichas (sin albur). Prepáreselo como quiera". Terminé de prepararlo, me disponía a comer cuando noté que del otro lado del carro de hotchos estaba una mujer en condiciones similares.
- ¿Día difícil? - preguntó.
- Algo - contesté con esfuerzo - ¿Tú?
- Mal. ¿Por qué fue difícil tu día?
- Larga historia. ¿El tuyo?
- ¡Uy! ¿Deveras quieres escucharlo?
- ¡Bah! Si quieres.
- Bueno.
- Ajá...
- Me acabo de cambiar de casa y los mensos de la mudanza no hallaban el domicilio. Tardaron horas en dar.
- ¿Pues qué mudanza pagaste?
- Una muy jodida.
- Ok ¿y luego? ¿Qué haces acá? ¿Por acá te cambiaste?
- No. Mi novio me dejó.
- ¿Eh? ¿Por qué te dejó acá?
- Vive para estos rumbos, un tanto más lejos.
- ¡¿Y?!
- ¡Aaah! - suspiró, comió un poco y continuó - Pues lo llevé a la fuerza a ver a Michael Bublé, pero le da hueva y dice que es homosexual.
- ¡Órale! ¿Y luego?
- Mmm... ¿te gusta Bublé?
- No conozco mucho de él - ¡claro! ¡Hazte pendejo!.
- Pues a mí me gusta.
- Chido.
- En fin. Nos tuvimos que salir porque fuimos a comprar comida y cuando ibamos de regreso a nuestros lugares, accidentalmente choqué con una tipa que iba saliendo del baño, le manché la blusa, se molestó y me aventó la charola con la comida, lo que hizo que manchara la camisa de mi novio, se cagó y pues ¡vámonos!
- ¿Y de coraje vino a rumbarte por acá?
- ¡Ja! ¡No! - respondió y dio otra mordida.
Aún no daba una sola mordida a mi hotcho, después me contó lo que me contó y probé el mejor hotcho de mi vida.
- Veníamos para su casa porque se supone que me iba a quedar con él.
- Ajá...
- Pero ya que no pude comer en el concierto, pues tenía mucha hambre.
- ¡¿Vino y te dejó en los hotchos?!
- ¡Je! ¡No!
- ¿Entonces?
- Le venía platicando que tenía antojo de sorrentinos, le insistí y se encabronó más; me bajó y me dijo que no era un pinche restaurante.
- ¡¿Eh?! ¡¿Sorrentinos?!
- ¡Sí! ¡Pasta!
- ¡Sí, los conozco! Pero ¿por qué sorrentinos?
- ¡Ja! Porque horas antes escuché a mi vecino nuevo (el cual no conozco) ofrecerle sorrentinos a su novia (creo que era su novia, no sé), pero ella no quiso que porque había cenado huevo. Caminé, me pescó la lluvia y llegué a aquí. ¿Cómo ves?
- Pues por terrible que sea, debe ser el preámbulo de algo muy bueno.
- ¿Tú crees?
- Sí.
- Pues te creeré.
- ¡Ja! Deja cenar y ahorita nos vamos.
- ¡Ja! ¡Okeeey! ¡Provecho!

Relación

- Sólo venía media hora. De hecho no sé si sea buena idea que haya venido.
- Bueno, eso depende.
- ¿De qué?
- De lo que tengas pensado hacer en media hora.
- ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Qué me crees?!
- Te creo la mujer más hermosa.
- Ja, ja... ¡No! ¡Espérate! Además, tengo una relación y no se ve bien que yo esté aquí.
- Yo también tengo una relación.
- ¡Ya ves! ¡Quítate! ¡Quédate con tu relación y respétala!
- Tengo una relación bastante extraña.
- ¿Qué tiene de extraña? ¿Es marciana?
- No. Me resulta de otro mundo, pero no.
   Verás, hay cosas exactas, métodos establecidos para obtener algo.
- No entiendo. ¿Qué cosas?
- Mmm... por ejemplo la distancia, la velocidad, el tiempo.
- ¿Qué con eso?
- Sí. Es decir, para obtener el tiempo divides la distancia entre la velocidad; la velocidad es distancia entre tiempo, y la distancia es velocidad por tiempo.
- Ajá...
- Bueno, contigo tengo media hora solamente.
- Ajá...
- Lo cual quiere decir que debo imprimir velocidad para ese tiempo.
- Ajá... ¿y?
- La distancia para un "nosotros", a pesar de tanta velocidad en tan poco tiempo, sigue siendo irrecorrible.
- Lo siento. Tal vez después, en otra vida.
- Es ésta.
- ¿Tú crees?
- Sí.
- ¿Por qué me besaste el día que nos conocimos?
- ¿Es reclamo? ¿Te pareció algo estúpido?
- ¡No! Pero quiero saber.
- ¿Quieres más café o ya nos vamos con algo más fuerte?
- ¡Ja! Café está bien. Mmm... algo más fuerte ¿como qué?
- Y no sé, lo que uso para limpiar el baño, tengo un litro de aceite para el carro.
- ¡Ja! ¡Tonto! Pues café entonces.

Sirvió el café, lo llevó hasta donde ella. Ella soplaba para intentar enfriarlo un poco.

- Me preguntas que por qué te besé...
- Sí - respondió mirando las ondas en su taza.
- Es bastante sencillo. Es la relación que tengo.
- ¿Cómo?
- Sí. La relación entre lo que recuerdo y lo que me pregunto.
- ¿Eh? ¿Cómo?
- Prefiero recordar tus labios que andarme preguntando a qué saben.

Ella sonrió, dio un último sorbo al café y apagó la luz.

- Bien, ya sólo tenemos 15 minutos - dijo ella un poco exaltada mientras desabotonaba su blusa.




lombardo

Nosotros

Antes de hacer recuento de esta historia que nos hemos mandado, antes que buscar una palabra para definirla, antes que todo: nosotros.

Ese amor tan único, tan mágicamente cotidiano y que al final nos ha permitido (detrás de montones de errores, de desatenciones, de agonías) mirarnos con la misma intensidad, con la misma ternura, con la misma inocencia que el momento en que nos descubrimos, que el momento en que supiste que era yo, que supe que eras tú, que supimos que juntos inventaríamos esta aventura.

¿Qué te parece? No espero una respuesta perfecta, pensada; entonces y ahora, basta tu brazo alrededor, tu sonrisa de buenos días, tu codazo de buenas noches.




lombardo