Lo hago porque me recuerdan la noche más magnífica en la que
he estado.
Flores, compartir medio litro de nieve viendo "Diario de una
pasión", serenata; son generalmente indicadores de éxito. Yo no tenía
precisamente los mismos recursos, pero ¡por Dios!, si tienes dos ases y acaban
de bajar los otros dos, ¡tienes que apostar!
Tienes un solo tiro para el incapturable espécimen, lo fallas y
cagaste. Te dan el penalti para evitar el descenso del equipo, lo mandas a la
mierda y todo se va al horno.
Bien... ¡un concierto de Michael Bublé! Me van a disculpar, pero
ese cabrón es como si fuera el musical de Christian Grey: todo sensual, todo
funciona... ¡chingado! Simplemente no te va a dejar morir. Ok, uno no es ese
dios griego del libro ni millonario, pero ¡es Michael Bublé!.
No sé por qué Bublé iba a comenzar tarde, así que me tomé el
atrevimiento de sugerir una cena casera previa al recital: sorrentinos rellenos
de jamón y queso, bañados con salsa bolognesa y muzzarella; vino tinto, todo a
media luz, una terraza, la luna a full y el disco completo de Coltrane for
lovers. Después sería el concierto y más vino, luego la Huasteca, más vino,
Getz & Gilberto, más vino... ¡no mames!¡En estado de gracia!¡Tocado por
Dios! Ya para esa altura iban a llover tulipanes y listo, ¡ciao!¡se chingó!
Como campeón.
Era la diosa de la oficina, tan sólo verme con ella me convertía
en deidad de algunos, pero eso no es suficiente, quería todas las palmas,
sacarla del parque.
¡Qué preciosa mujer! Podría deshacerme buscando describirla, pero
no sé si alcance, tendrían que verla. ¡Ay, nanita! Llegó un punto en que pensé
en llevar cardiólogo al trabajo.
Pero así como las cosas funcionan, las cosas se pudren, son un
fiasco.
Los sorrentinos fueron despreciados porque la muchacha había
cenado (antes aclaro que nada tengo contra ningún alimento y benditos sean
todos ellos) huevo con jamón, un chingo de salsa y refresco. Bien tenía
alimento como para cuatro días.
El vino no le gusta porque sabe gracioso... ¡hazme el chingado
favor! Por lo pronto se chingó el vino con la pasta, con el concierto, con la
Huasteca y con todo a la merde; a Coltrane le dieron puente y Bublé no tuvo su
efecto porque no es tan bailable como las mamadas que proponen Armando
Christian Pérez, mejor conocido como Pitbull, y Romeo Santos... ¡No mames!
Nos salimos del concierto porque la chica se había peleado
regresando del baño porque una tipa le manchó la blusa; el tiempito al aire
libre valió madre porque ella ya traía sueñito porque según estuvo de hueva el
tipo este y, al chile, ya ni ganas del selfie para apantallar raza; ni la gas
ni la lavada de pinche carro ni la boleada de zapatos... ¡valió ñonga!
La fui a dejar al quinto culo donde no había ni madres. De regreso
el carro se apagó y ya no quiso prender. Caminé un huevo buscando un Oxxo para
meterle saldo a esta madre (porque soy jodido) y poder pedir un taxi; comenzó a
llover bien cabrón y yo con un hambre de la chingada porque no iba a tragar
sorrentinos solo; seguí caminando todo pinche mojado hasta que topé con un
carro de hotchos.
Lo que funciona, funciona aunque a veces deje de hacerlo; los
fiascos, por terribles que sean, a veces son tan sólo el preámbulo de algo
majestuoso.
El tipo bastante huevón me dijo: "aquí está el pan, acá las
salchichas (sin albur). Prepáreselo como quiera". Terminé de prepararlo,
me disponía a comer cuando noté que del otro lado del carro de hotchos estaba
una mujer en condiciones similares.
- ¿Día
difícil? - preguntó.
- Algo
- contesté con esfuerzo - ¿Tú?
- Mal.
¿Por qué fue difícil tu día?
- Larga
historia. ¿El tuyo?
- ¡Uy!
¿Deveras quieres escucharlo?
- ¡Bah!
Si quieres.
-
Bueno.
-
Ajá...
- Me
acabo de cambiar de casa y los mensos de la mudanza no hallaban el domicilio.
Tardaron horas en dar.
- ¿Pues
qué mudanza pagaste?
- Una
muy jodida.
- Ok ¿y
luego? ¿Qué haces acá? ¿Por acá te cambiaste?
- No.
Mi novio me dejó.
- ¿Eh?
¿Por qué te dejó acá?
- Vive
para estos rumbos, un tanto más lejos.
- ¡¿Y?!
- ¡Aaah!
- suspiró, comió un poco y continuó - Pues lo llevé a la fuerza a ver a Michael
Bublé, pero le da hueva y dice que es homosexual.
-
¡Órale! ¿Y luego?
-
Mmm... ¿te gusta Bublé?
- No
conozco mucho de él - ¡claro! ¡Hazte pendejo!.
- Pues
a mí me gusta.
- Chido.
- En
fin. Nos tuvimos que salir porque fuimos a comprar comida y cuando ibamos de
regreso a nuestros lugares, accidentalmente choqué con una tipa que iba
saliendo del baño, le manché la blusa, se molestó y me aventó la charola con la
comida, lo que hizo que manchara la camisa de mi novio, se cagó y pues
¡vámonos!
- ¿Y de
coraje vino a rumbarte por acá?
- ¡Ja!
¡No! - respondió y dio otra mordida.
Aún no daba una sola mordida a mi hotcho, después me contó lo que
me contó y probé el mejor hotcho de mi vida.
-
Veníamos para su casa porque se supone que me iba a quedar con él.
-
Ajá...
- Pero
ya que no pude comer en el concierto, pues tenía mucha hambre.
-
¡¿Vino y te dejó en los hotchos?!
- ¡Je!
¡No!
-
¿Entonces?
- Le
venía platicando que tenía antojo de sorrentinos, le insistí y se encabronó
más; me bajó y me dijo que no era un pinche restaurante.
-
¡¿Eh?! ¡¿Sorrentinos?!
- ¡Sí!
¡Pasta!
- ¡Sí,
los conozco! Pero ¿por qué sorrentinos?
- ¡Ja!
Porque horas antes escuché a mi vecino nuevo (el cual no conozco) ofrecerle
sorrentinos a su novia (creo que era su novia, no sé), pero ella no quiso que
porque había cenado huevo. Caminé, me pescó la lluvia y llegué a aquí. ¿Cómo
ves?
- Pues
por terrible que sea, debe ser el preámbulo de algo muy bueno.
- ¿Tú
crees?
- Sí.
- Pues
te creeré.
- ¡Ja!
Deja cenar y ahorita nos vamos.
- ¡Ja! ¡Okeeey!
¡Provecho!