martes, 29 de noviembre de 2016

Un jugador diferente

Todo esto surgió por las declaraciones previas a la Final; preguntaron por mi experiencia durante ese mes en ese país, y ahí la portada mundial.
Sin duda pude, y tal vez debí, haber contestado otra cosa, pero no, dije lo que tenía que decir:
"La organización bien, pero eso de que las mujeres de aquí no puedan conducir, no puedan ingresar a una cancha y tengan que andar cubiertas de pies a cabeza es una de las tantas estupideces del machismo. ¡Por favor! Cómo alguien que piense así y lo promueva puede estar al frente de una nación". Ahí se pudrió todo.

Nunca me agradó eso de aceptarse como un gran algo: gran futbolista, gran escritora, gran cineasta, gran doctora; me parece muy mamila. En ese sentido me gusta pensar como Ronaldo quien dijo que jamás se consideró mejor que los demás, sino que trató de ser bueno en lo que hacía.

En mi primer entrevista, ya con algo de reconocimiento en el gremio, me preguntaron que cómo decidí o supe que quería ser futbolista, la respuesta seguiría siendo la misma siempre: "por la película de Stallone"; en español la llamaron "Camino a la victoria", y que está inspirada por la anécdota del equipo que enfrentó a un representativo nazi y que tenía indicaciones de perder, lo cual les importó un chorizo y ganaron y los empinaron por eso. Aclaré también que por la misma película quería ser arquero, pero resulté ser promesa de gol: me anotaban 3 o 4 por partido, a veces en cada tiempo; por ello el técnico -bastante humanista y en un acto muy a lo "La marca del zorrillo" o a lo Pittilanga- tuvo la ocurrencia de que quizá estaba intentando en la posición equivocada, así que me envió de 9, y con el tiempo ajustó y me pasó a jugar de 10 donde resulté tener mucha más idea que al comienzo.

Mi pueblo es futbolero, en inferiores siempre anda bien, lamentablemente quienes están en la administración del equipo profesional -que lleva ya más de 20 años en la B- son todos perros que solo ven sus intereses, de visión muy limitada que convirtieron al Club y a la pasión de la gente en herramienta política (cada pinche proceso electoral hacen promesas con respecto a alcanzar la máxima categoría). Dicha situación me llevó hacia la metrópolis más cercana en donde uno de los dos equipos de 1a que ahí conviven, me dio la oportunidad.

Allá me gané el cariño de nuestra grada y el desprecio de la rival por varios detalles -entre ellos goles decisivos-.
En mi primer clásico -en cancha de ellos- anoté 2 goles para cuyos festejos fui hasta frente a su hinchada oficial y mostré una playera que decía "Incomparablemente mudos"; después como fue novedad la actuación del novato, me entrevistaron días después y declaré que lo único incómodo del partido fue que se sintió mucho frío y que seguro se debió a la tribuna. Todos los demás clásicos que jugué en su cancha salí con bufanda, gorro, guantes, chamarra y multa.

El desempeño siempre me respaldó como a esas chicas por colocarse los lentes en el lugar adecuado, sin embargo, hay otros aspectos que me valieron la aceptación hasta de algunxs contrarios.
En un torneo jugábamos contra Australia y antes del juego un periodista me pregunta que qué sé sobre Australia, así tal cual su pregunta; le respondí que su capital es Canberra, son muy apasionados del footy, los Beatles estuvieron en Melbourne y Slim Dusty interpreta la versión que más me gusta de Waltzing Matilda; el periodista era australiano, se sonrió y me dijo que en realidad preguntaba acerca del equipo, pero que le había dado muy linda respuesta. Les ganamos y aún así sus seguidores cantaron Waltzing Matilda y me regalaron una bandera.

El primer equipo europeo en contratarme fue uno londinense. Tras dos temporadas conseguímos un sexto lugar y un décimo, pero en ese segundo año ganamos la Europa League.
Esa linda historia comenzó cuando en mi presentación en el Club, la prensa comenta que mi llegada generaba mucha expectativa y que entonces cuál era la mía (expectativa), ahí fue que me animé a hablar en inglés:
"Well, fortune's always hiding, I've looked everywhere... I'm dreaming dreams, I'm building castles high... I don't know of what, but we'll be champions".
Cuando levantamos la Copa ese periodista entró al vestidor y no alcanzó a decir algo siquiera, se soltó a llorar.

De ahí pasé a la ciudad de Manchester, al equipo que llevaba ya años sin títulos y obviamente al llegar un nuevo jugador depositan su esperanza, apuestan.
En mi primer conferencia como jugador de esa institución inventé que una persona en el aeropuerto me habría dejado pensando.
"In the airport when I was waiting for my bags, an old man asked me: "Is it your imagination or you finally found something worth living for?". He surprised me with that question, then I answered to him: "Tell them not to fear no more. Say it loud and sing it proud when it happens".
Diez temporadas y varios títulos después no sé si lo haya hecho, pero de la historia estamos en la etapa más gloriosa del Club. El día de mi último partido con la camiseta hubo tremenda fiesta.

También hubo controversias. Me gané el odio de la afición del multicampeón español cuando me negué a jugar para ellos haciendo público mi desprecio por esa camiseta y que en la construcción de su historia estaba la mano de Franco. Nunca fue tan hostil su estadio como cuando visitábamos.

Me prohibieron la entrada al país durante casi un sexenio porque jugando para la Selección un partido de eliminatoria mundialista, anoté y mi festejo fue ir a una cámara a gritar exigiendo la renuncia del presidente, y en el segundo gol mostré una playera con el mensaje de "Nos faltan 43"; después me entrevistaron por eso y claramente el mensaje era y es que hay muchas más cosas que deben ocuparnos antes que exigir a los futbolistas el bienestar de un pueblo. Se entiende que se trata de una breve escapatoria a tanta basura, pero a los sátrapas hay que exigirles. Si no juego más, pido trabajo en la televisora y me compro una enorme casa blanca.

En un punto de mi carrera me pegó el lado político y hacía mis protestas, muchas contra el gobierno de mi país, muchas otras contra el del vecino país del norte.

Así fue mi vida futbolística hasta que caí en esta instancia, si bien no se consiguió esa libertad, ese gusto de que las mujeres de ese país pudiesen ingresar a la Final sin burkas, el intento se hizo, pero las autoridades no me lo perdonarían.
Me esperan para colgarme, tan pronto el árbitro finalice el juego, un grupo de militares me escoltará a una corte donde ya está decidida mi suerte, no podré festejar ningún logro, ni la tribuna plagada de burkas ni nuestro primer título mundial. Que hayan ingresado es un gran triunfo.

El final del encuentro me sorprendió a mitad del campo junto al árbitro quien se anticipó y me dijo que por favor caminara rápido hacia las bancas para evitar tanta escena, que igual sería escena, pero sabía a lo que me arriesgaba.
Señaló el final, me dio la mano, me felicitó.
- Felicidades campeón. Por favor sal rápido- me dijo extendiendo su brazo en dirección de las bancas y donde estaban los militares.

Caminé medio aceptando palmadas y sacudidas de cabellera, nadie se iba a oponer para no convertir el festejo en masacre.

Fui acercándome a la entrada hacia los vestidores los aplausos se intensificaron, la gente se levantó y de pronto las pocas que entraron se sacaron las burkas y ahí me detuve, no podía creer lo que estaba pasando; los milicos todavía no veían lo que yo y supongo que asumían que estaba por correr. Cuando quisieron acercarse para sacarme, las mujeres -ahora sin su típica vestimenta- comenzaron a arrojar las burkas hacia la cancha y, para mayor sorpresa, gran parte de la afición comenzó a arrojar ropa, no podía verse más que una tormenta de prendas y apenas se notaba el verde de los militares; ahí fue que un grupo de emburkadas me rodeó, me colocaron una y me sacaron. No supe cuándo cesó la lluvia, entendí que no debía hablar, al menos hasta que no me indicaran que podía.

Viajé durante horas en un automóvil hasta que por fin se detuvo y me hablaron en perfecto español.
- Usted nos dio la idea para sacarlo.- me sacaron la burka- ¡Es libre!
- ¡Espere! ¡¿Cómo les di la idea?!
No respondieron y se marcharon.

lunes, 31 de octubre de 2016

Miguelazo (Comité de Divulgación)

Bien pudiera ser el intento número... ¡bah! no sé qué número sería, de tomar la palabra y buscar rascar un poco a la inspiración la pasión que algunas lindas personas llevan en su voz.

Será solo sobre una parte del todo, porque este todo, como todo lo magnífico, hay que vivirlo, absorberle cada porción y arrojarse al mundo con la responsabilidad de esos nuevos seres humanos en que nos convierte: cooperativistas, autogestivos, públicos, populares.

Ni ahí es que quiera o intente abordar la jodida situación de vivienda en Buenos Aires; seguro lleva 109 años, mínimo. Incrementos, desalojos, que te re caguen tu sueldo para medio jugar a vivir; cuanta razón la de Amparo Ochoa: "Esto de jugar a la vida es algo que a veces duele...".
No, de hecho no, no quiero ni intento abordar el tema porque por sangre hay colectivos que le mantienen vivo, presente; colectivos muy en la línea dispuestos a resonar, a grabar en el tiempo la lucha misma y las huellas que incomodan a la tiranía.

Comité de Divulgación o Congreso de la Ñoñez, vasta exposición de hermosos detalles, monólogo de un gen obsesivo; interesante comienzo de una broma: "estaban 5 historiadorxs y 2 secretarias populares planificando, investigando, redactando, recortando, sugiriendo, celebrando cada sugerencia, incrementándole el nivel de ñoñez"... unx más ñoñx que la/el otrx. Tremendo performance de huelguistas y policías, de matemática y magia, de noche de lecturas y recuerdos, de sol de comida y canciones, de un poema, de dos poemas y una bellísima placa en rojo.

Es la parte que no cumplen con divulgar para que haya que vivirlo, como todo lo magnífico.

... (capítulo II)

Mañana de brujas, pequeña confesión de primavera: soda, café, dos medialunas, manteca y mermelada de frutilla/fresa/strawberry/fragola/fraise; el maldito tráfico, el corrupto gobierno, el puto calor o el puto frío, la manga de muertos pechofrío que no dan una; las y los madrugadorxs del crossfit apropiándose de la vereda, un perro y su desentendidx dueñx colocándole una apestosa trampa a cualquier transeúnte. Se han ido un par de diarios, un póker de buenos días, puchos y el héroe de la esquina que alcanza a atajar a la kamikaze que por audífonos y teléfono estuvo a muy poco de ser portada.

Todo ese revoltijo de ideas, de recuerdos, de hacerle creer a unxs cuantxs que contemplamos un adaptador de corriente como si lo entendiéramos, como si lográsemos llevarle a otro plano y un poco enderezamos el cuello y un poco que atacamos lo que nos queda de uña; exaltados pasamos la mano desde las orejas hasta el cenit de la barbilla, buscamos no sé qué en alguna parte de no sé dónde, tronamos los dedos de una mano, de la otra, mordemos un labio, el otro; sacudimos el pie -el derecho o el izquierdo, no importa cuál-, tamborileamos al aire, hacemos percusión en los hombros, y ni una sola palabra aún; exhalamos, pasamos la lengua por entre los dientes, sonrisa.

Resuena lo explicado por el escritor, no lo de Barry Allen o lo del verdadero Linterna Verde, sino lo que dijo que dijo Aristófanes o más o menos, que estamos a instantes de encontrarnos, y con esa linda idea que rescata Sabina de José Alfredo: lejos de leyes, de justicia, de dioses.

Me tomas del brazo para cruzar la calle, esa capacidad que el mundo va olvidando de detenerse a asombrarse por un jardín colgante; y un día cualquiera, sobre una calle cualquiera, en un puesto cualquiera te detienes a probarte unas gafas y preguntas que qué tal te quedan, me hago el boludo ojeando una revista y volteo, y antes de poder responder, viene el manazo y tu risa.

jueves, 8 de septiembre de 2016

El fin de un secreto

Y hasta acá, después si recuerdo algo que decirte, lo haré. Y lo recordé.

Está todo bien con la Mafalda y las enormes filas para retratarse con ella; con esa pareja que es el puente de la mujer y que se requiere mucha imaginación para notarla. Está todo bien con Caminito, con el doble de Maradona, el severo robo de lxs "bailarines" de tango al colocarte el bombín o el pañuelo y cobrarte cualquier cosa; el obelisco desde todos los ángulos, disfrazadxs al Colón, el extraño paseo por Recoleta y el tristísimo museo de Boca y todo junto sobre un camión de dos pisos.

Nadie nunca dirá que nos tiramos en el Ameghino a fumar un porro y ver cómo un perro se alejaba con nuestro almuerzo. Nadie mencionará cómo rodeábamos el Garrahan en caminatas y rastros de ceniza, ni las birras en Gasoleros y todas las fritas del mundo entendiendo a la vida como un gran platillo y nosotrxs, nuestras circunstancias, nuestros sentimientos, nuestras experiencias, sus ingredientes.

Nadie hablará del Tucu y sus remedios, de lo mucho que enderezamos en la banca de Venezuela y que vimos el gran desfile en la banca de Belgrano; quizá nadie hable de las alfombras violetas en la primavera de Parque Chacabuco o que en la madrugada de Almagro se inhalan el pasado. Nadie hablará de los domingos y lo lindo de mandarse una hora de viaje para beber vino con soda con el viejo, u otros domingos con mucho menos viaje para comerse un asado con ella, quien si no te reputea al saludar, algo anda mal; o del café con crema y maní tostado del filósofo guaraní.

Y llega y se va el aliento, lo miramos desde un puente y nos recorre ese intenso deseo de arrojarnos a la nada para por un momento sentir que nos abandona y vuelve y sentir que existimos y que somos nosotrxs y todas esas otras tantas cosas que no aparecemos en ningún folleto ni detrás del escritorio de cualquier agencia de viajes.

viernes, 2 de septiembre de 2016

...

Entonces uno empieza a inventar y le hará saber al universo, por cuanto medio se le ocurra, que hay un fragmento de él -del universo- que ha venido a alterar este otro fragmento y fluyen ya, al menos, los pensamientos de una nueva variante con la incongruencia como mayor argumento, porque uno no entiende cómo y/o por qué, sin entender, el mundo tiene sentido.

Creo en tanto: el destino, el tiempo, la suerte, el plan maestro, y lo que sea que sea, muy poco necesitó. Habrás asomado y bajó tu alegría, ahí lo supe, esa confianza de andar sin saber hacia dónde, esa alegría de subirte a mis pies y que tu estatura alcance mi barbilla, esa desbocada manera que tienes de ir inventando todos los gestos, todo el lenguaje para completar tus relatos; y miro cómo me escuchas, cómo me miras para dar paso a tu pregunta: "¿por qué te creo todo lo que me decís, boludo?", o responder con tu mueca-sonrisa y un leve sonido cuya onomatopeya aún no descifro como si recién aprendieras algo o cordial y oficialmente me mandaras a la mierda, según sea el caso.

Todo nos va llevando: una constelación de lunares o la nieve en primavera, salir a alcanzar los primeros panes del barrio, la superstición por un club y querer bailar; levantarse cada día a reconstruir una historia y el desayuno.

Somos todo eso que no se calcula, que no se anticipa, que no se pronostica; todos esos desencuentros y esas agrias promesas alentadas por uno o dos resultados no deseados, pero necesarios. Somos todas las fotos de un puente bajo el arcoíris, de la noche en la ciudad; somos todas las flores, las que amenazan con caerse y todas las cuales atajamos como si de la lluvia salieran; somos toda la lluvia, toda la gente que se esconde y toda esa que gustosa se sumerge en un charco. Somos un café y tres cigarrillos, un cigarrillo y tres cafés; una birra y tres porciones de pizza, tres birras, una porción de fritas y dos alfajores, no importa; y el mundo gira y gira como sugiere esa canción italiana y nuestro universo aparte comienza a ausentarse, vos desapareciendo en la escalera del subte, yo alejándome en el bondi - ¡Cuidate! - me dices - Vos también - respondo, y nos llevamos un beso en la mejilla.

jueves, 21 de julio de 2016

Muchxs tienen a lxs mejores

Te darás cuenta que muchas personas, según ellas mismas, tienen lxs mejores padres, madres, hijxs, hermanxs, sobrinxs; pero no sé realmente quién tenga a lxs mejores, incluso no sé si sea algo posible de definir porque -y también te darás cuenta- lo mejor para ti no será precisamente igual a lo mejor para alguien más.

Lo que sí puedo declarar con certeza es lo que representas para mí, de ello jamás habrá duda porque llegaste siendo aprendizaje, conocimiento y fe pura, yo que no soy tan creyente.

Hasta hoy la única ocasión que debí regresar a casa a cambiarme la camisa porque la que llevaba quedó vomitada, te la debo a ti.

Me habrán cantado tal vez en 32 ocasiones el cumpleaños feliz; digo tal vez porque no puedo garantizar que en cada año de mi vida haya ocurrido, pero atesoro la versión dedicada a mis 31 que cantaste aunque querías dedicársela a tu amigo que es mi tocayo; después, al año siguiente, tu eufórica felicitación que no tendrá comparativa a menos que decidas remasterizarla.

Tenías los ojos bien abiertos y una mano -que no alcanzaba a ocultarlos- cubriéndote la cara cuando nos conocimos; habrán sido alrededor de las 3:30 del martes 19 de julio del 2011. A las 22 del 18 me llamó tu jefe para avisarme que llevaba a tu jefa al hospital porque ya estabas por llegar.

La idea era que nacieras sin intervención quirúrgica, pero en una última revisión detectaron que la llegabas muy lejos y que no saldrías porque se iba a trabar, entonces hubo cesárea.

Mientras llevaban a la Frizbie al quirófano y Puppy la acompañaba, me pidieron que consiguiera una espada de hoja de diamante porque solo ese tipo de hoja no se rompería al chocar con tu esta tan bañada. El problema era que ese tipo de espada hacía 400 años que no se veía una.

Salí corriendo a cualquier lado por no saber cómo ayudar hasta que encontré una puerta de cristal que si le arrojas fuego directamente, te convierte en humo y eso hace posible que te comuniques con las nubes y ellas te muevan en el tiempo porque ellas son testigo de toda la vida.

Me movieron hasta Australia 400 años atrás donde vivía el forjador de la espada que necesitábamos; el vato me dijo que tenía que viajar hasta 32 años antes de tu llegada y buscar a dos bebés y limpiarles la frente con un algodón rociado de una poción de evenflez: el bebé varón estaba naciendo en Reynosa; la beba, en Monterrey.

Lo que esa poción provocaría era que la beba y el bebé cuando crecieran se buscarían y darían vida al ser que justificaría la existencia de la espada de diamante oculta por siglos en el corazón de la Sierra Madre Oriental.

Pude volver a tiempo, a la 1:19am con la espada y 2 horas después llegaste.

Quizá por esto te rete la Frizbie, pero de todos los "no mames" que me han dicho, los tuyos son los mejores.

Un rompecabezas que no se ve, completo sin imagen definida, armado, pero vas pintando cada pieza con cada uno de tus detalles.

Hasta donde me es posible confirmar, eres el mejor primer sobrino para mí, porque la mínima diferencia y no aplica.

Eres la única persona a quien para hacerle estudios le sacan agua de jamaica.

sábado, 9 de julio de 2016

Temas sin sentido

Si pudieras ver los cielos de Buenos Aires en junio, no sé quién está encargadx de cambiar esas diapositivas, pero es un genio, una genia; son naranjas, los cielos, claro.

Digo de Buenos Aires en junio y no de junio en Buenos Aires porque -y de esto no tengo fundamento alguno- estoy convencido que este lugar es un museo con esta exposición tan particular por la que poco se esmeran, no te muestran su mejor cara, una mejor perspectiva, quizá estamos tan habituadxs que damos otro valor, obvio que quien recién la descubre la encuentra de un modo y probablemente no le encuentre igual en una segunda oportunidad, porque segundas partes suelen no ser buenas, pero acá no. Puede ser una postura borgeana, celosa, que nadie más pueda verlo.

Hay tantos rincones para desparramarse, para construir clichés en compañía de un libro, cigarrillos, mate, audífonos, que las hojas del libro se llenen de tierra y el separador se manche de yerba. Entonces aparece una señora empujando el cochecito con su nena abordo y retando a su pibe: "¡Caminá adelante que no tengo ojos en el culo!".

Decides andar este lugar y hallas un lindo PH afuera de lo que fue un chino -mercado-; es una linda habitación ensamblada por objetos que la gente larga: un cómodo sillón, un marco que encuadra un fragmento de un graffiti, un pequeño tapete al costado de la cama, unos cuantos títulos sobre una mesa de periodico, techo de cartón y lona, y luz tenue alimentada del poste inmediato.

Personas interactuando en un recoveco lleno de pósters y cosas aparentemente inservibles estratégicamente colocadas, te acercas y son todxs intelectuales -igual con los niveles que uno maneja eso es bastante posible-, escuchan jazz, resuelven política que lxs políticxs no pueden o no quieren, y se reúnen a ver películas nada comerciales procedentes de cualquier parte y te enteras que existe una pieza inconclusa para piano mecánico.

Te alcanza el amanecer con algo de lluvia, llega tu café y ella mira a la calle como si eso apresurara el taxi; se desdobla el tiempo y son ya tres días sin dormir, el cuerpo protesta envolviéndote en un aroma a todos tus vicios, a todos tus miedos, a todo el alcohol, a todo el humo y todas las cenizas.

Una linda mente irrigada por un corazón podrido y esa escena donde él abre la puerta con más bronca que atención y ella todavía tira un último intento:
- Bueno, me voy.
- ¿Volvés?
Mira la hora en su teléfono y luego lo mira a él.
- ¿Querés que vuelva?
Y ahí le encendió el cerebro, la miró, la sujetó de la mano y le habla al oído.
- No quiero ni que te vayas.

Entonces es verdad que lo más trivial se vuelve fundamental, y yo traeré todos los narcisos o la flor que prefieras.

Somos uno de esos temas tan sin sentido, arrancamos de cualquier parte sin punto fijo, sin página ni capítulo.

martes, 5 de julio de 2016

El Club de la Línea

Comenzaron a organizar velorios como en Cochabamba. Ubicaban muertxs frescxs por quienes ni un alma aparecía, pasaban una iguala mensual a la morgue, en la madrugada sacaban los cuerpos, alguien de lxs integrantes del club de la Línea prestaba su casa, y a los dos días se hacía el velorio; invitaban y se entregaban sobres con guita que luego cada invitadx entregaba a lxs "familiares" que eran quienes ponían la casa para el evento.

El verdadero lavado no era lo que invertían ahí, era una especie de tanda.
Todo cubierto.

Los lunes y los viernes entre las 17 y las 18 era que abordaban ese colectivo y les llamaba la atención que aunque siempre iba lleno fuera un lugar tan sin vida.

La mayor manifestación de vida que en ocasiones encontraban en cualquier unidad era cuando el conductor dejaba pasar a alguna conocida sin cobrarle, le insistía que ocupara el primer asiento -el que está inmediato a la derecha del sujeto- y hacerse el lindo hasta que ella bajara; el resto eran personas dormidas realmente o en sus teléfonos. A veces también rostros laburando en cómo hablar con la linda chica, con el lindo chico; a veces también personas leyendo y unx que otrx pulgosx arrimando de frente o de reversa.

Alguna vez le plantearon al chofi si no le daba hueva tanta gente y tan poca vida, ¿te das cuenta? Suben tristes, molestxs, alegres, nerviosxs, asustadxs, ansiosxs, con sueño, mas no se sabe si aún con ellos. ¿Cómo cambiar semejante dinámica?

Las empresas pagan fortunas por bases de datos y unx tiene tantas posibilidades al alcance, pero prefiere continuar con cargas, aun si se arrepiente de haber asesinado, ya no puede cambiarlo; mientras no haya Ctrl + Z en la vida, no hay manera de cambiar decisiones o comentarios ejecutadxs.

El chofer estuvo de acuerdo en que era complicado, quizá como conducir carrosas.

- A vos que no te preocupe de dónde porque acá no lo haremos, pero necesitamos lavar dinero.
- Pero puedo tener problemas con la administración de la Línea.
- ¡No! Acá saldrá el medio, pero acá no verás esa plata, aunque tendrás tu "beca".

Y ahí cambió el rubro del servicio de colectivos, querían imitarlos. Dejaron de ofrecer el servicio y arrancaron a ofrecer la experiencia, la vivencia.

Se volvió en algo como el Fight Club: una enorme red conectada, personas y personas interactuando, desarrollando y compartiendo conocimientos por otros, una gran fiesta donde cada parada podía ser gente diferente. Ahora todo el día iba llena esa unidad, dejaban pasar hasta 10 unidades con tal de subir a esa.

Todo comenzó con selfies: se llenaba la unidad y ahí uno buscaba el ángulo, los otros -colocados a la mitad y al final del bus- se hacían los copados y agitaban al resto a acomodarse, a posar; después el fotógrafo pasaba una cuenta en facebook para que la gente se hallara y se autoetiquetaban. Como siempre se renovaban el movimiento no aflojaba y ahí comenzaron con otras cosas: contrataban tipos en moto que pasaban a un costado activando rifles con salvas y la gente se tiraba al piso, el claxon del colectivo eran los sonidos de un freno precipitado, golpes, alaridos y cristales en lluvia; todo lo documentaban y cada vez más gente sabía la dinámica.

En épocas de calor a ciertxs pasajerxs les entregaban pistolas para agua y arrancaba la guerra, durante el frío regalaban chocolate caliente, con la noche cada tanto salía esfera disco, siempre había música y hasta habilitaron espacio para música en vivo, poesía, clown y stand up. Al ser un secreto masivo infiltraban espionaje para anticipar inspectores de ruta aunque muchas veces ya eran parte.

miércoles, 22 de junio de 2016

No con nosotrxs

Va a quedar descubierta mi ventaja intelectual y es que acabo de resolver que algo se está haciendo mal en el lugar al que llamo: mi país.

Culturalmente presenta mucha oferta, está lleno de lugares preciosos, tiene un menú gastronómico vasto y sabroso (sin albur); también está lleno de gente a toda madre, gente que te hace paro... ¡bah! no es que sea cualidad exclusiva, pero unx habla de lo que y de quienes conoce. Sin embargo, y no es algo nuevo ni vinculado con mi reciente hallazgo con el que arranco este texto, toda esa gente chida es desunida e indiferente.

Hace ya un tiempito salí de mi país y he llegado a cruzar con personas que directamente preguntan si soy narco o maté a alguien... es una enorme mamada generalizar, pero también es lo que se ve con frecuencia.

Rius, seguramente respaldado por algo, y si no igual me agrada su hipótesis, plantea en su libro "2010 Ni independencia ni revolución" que somos un pueblo inconexo y jodido (del verbo estamos de la chingada) porque venimos arrastrando ese tema desde tiempos cuando lxs mexicas agandallaron el valle de México, empinaron raza que ahí radicaba y se agenciaron el territorio; después cuando "volvió" Quetzalcoatl, esa raza con rencor decidió que se lxs cargara el chorizo a lxs mexicas por ojetes y apoyaron a los barbados vende espejos.

Todo bien, todo mal, y no es que diga que lo que ocurre en otros lugares sea menor: atentados en París, masacres en EUA, crisis en Venezuela, conflictos en Siria, por mencionar algunos -y sigue sin ser parte del hallazgo cuya mención es con la que inicié el texto-, pero esos casos, al menos, nos ofenden terriblemente, pero no que se me considere narco por ser de donde soy.

La cultura que todavía tenemos la refundimos en un armario y pulimos y colocamos en vitrinas chingaderas como la "alterada" música banda y cuanto programa pedorro transmita la tv.

El cambio está en unx y sorprende que a esta altura siga el PRI obteniendo altos porcentajes de votantes; sorprende que haya personas que respalden ese raro proyecto mengeleano que mutila al pueblecillo de indias; personas con supuesta formación educativa y que eligen eso porque les dará de comer al menos 6 años.

Aquí viene un problema: educar. ¿Realmente estamos educando?
La RAE -y no con esto quiero decir que sea la verdad absoluta- define "educar" como el desarrollo y perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales del y de la niñx o del y de la joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos.

Entiendo que la juventud es una etapa posterior a la niñez, pero ¿hasta dónde se es joven?, porque si es un periodo breve entonces a partir de cierta edad ya no se puede educar.

La totalidad arroja un sistema educativo muy peculiar: una persona -basada en otra- se para frente a un grupo y le indica que no hay discusión ni cuestionamientos, si no coinciden, una persona no puede estar alejada de lo correcto, pero sí un grupo.

Niñxs de 5 años aprendiendo a persignarse cuando no entienden una chingada de eso y probablemente están extrañando su juguete favorito; niñxs que no obtienen las mejores notas en matemáticas o no distinguen colores y entonces hay que llevarlxs a clases de apoyo porque tienen problemas de aprendizaje, cuando existe la probabilidad de que los números les vengan guangos y los colores otro tanto: ¿que el pinche cielo no ha sido naranja?

Porque si no brillas en exactas estás bien puñetas y sirves para policía o albañil, porque policías y albañiles todxs están envergadxs, como mexicanxs somos todxs narcos; no existe la posibilidad que ambas sean actividades de tu agrado y les dediques y te apliques. Esas personas que no servimos para ingenierx o médicx no se nos orienta a hallar algo que nos apasione, en cambio nos hastían sin omitir el "tener y tener más" y es cualquiera.

Tres de las personas más inteligentes (a mi entender), interesantes, con mucha cultura y conocimiento (también a mi entender) que conozco no desarrollaron ni perfeccionaron esas facultades intelectuales y morales por medio del sistema educativo tradicional, lo mandaron a la mierda y leyeron lo que les llamó la atención; uno era plomero, otro era carpintero, otro es mecánico automotriz.

Los lugares preciosos se tiñen de sangre porque quizá en muchos casos ha habido vicios permitidos y de un día para otro quienes los permitieron los arrebatan y ahí se vuelve a manifestar la desunión: ¡que hagan lo que se les hinche con su pinche sistema, pero no con nosotrxs!

Toda esa gente de mierda que nos gobierna es resultado de ese sistema educativo que nunca repensamos y que ahora que lo tocan nos apura.

La mayoría de las cosas que más disfruta la gente no las descubrieron en ese sistema, las descubrieron curioseando como quien descubre a Sabines o acordes de Manzanero para tirarle verbo a la persona que le gusta.

Ahí mi hallazgo: no se nos educa para ser felices, para ser libres.

Según las últimas cifras estamos a 239 me gusta y 171 compartir para que haya conexión y el sistema, ya no tan solo educativo, repiense lo que le corresponde; mientras, modificando un poco el famoso rezo de las escondidas: #PrayForTodosMisAmigxsYporMi

lunes, 20 de junio de 2016

Por algo pasan las cosas

Complicado vivir desencontradxs.
Luce genial esa postal en la escalera de casa de tu familia,
ese hermoso mundo donde todxs sonríen,
donde lo ansiado se sujeta fuerte a un ramo de flores.

Está todo resuelto: a la mañana salís temprano,
yo un poco más tarde; no nos vemos.
Cuando te liberes de uno de tus trabajos,
saldrás corriendo hacia el otro; yo seguiré en el mío.
Seguimos sin vernos.
Por la noche llegaré cansado, vos estarás cansada;
cenaremos y caeremos unx a unx durante la película.
Mañana será parecido.

Quisiéramos hacer tantas otras cosas, pero no es posible;
vivimos tristemente sin tiempo, pero quién no lo aplaude,
quizá coincidamos en casa durante algún desayuno
y así afrontamos el vacío de escucharnos.

Es absurdo conformarse o querer conformarse
con la ambigua certeza de que por algo pasan las cosas
y mas cuando se quiere lo contrario
porque las personas no somos una línea de tiempo,
existimos a instantes, a detalles;
es decir, ¿recordás el primer beso?
Somos ese momento porque el resto no importó,
apartamos todo y así siempre, y así nunca.
No somos un diario armado el viernes
para leerse el sábado o el martes.

De lo que hablo y por lo que digo esto
es para que no consideres que todo indica que majestuosamente funcionamos
y ahora cargás un agridulce, casi amargo, hubiera.

En un momento, en un lugar ya nos encontramos
y fuimos y somos y seremos cada vez que lo pienses
y yo haga lo propio.

miércoles, 8 de junio de 2016

La historia del Mudo

Para el único amigo que cuando quiere jugar fut con la raza, está obligado a ir pedo.


Le llamaban "Mudo"porque el día que lo conocieron -que fue en una peda- el vato no habló hasta que se puso bien burro y soltó una frase bastante agresiva: estaba sentado, se levantaba y gritaba: "¡Cómo me ronca la verga!" y después se desparramaba de nuevo.

Era una calle de no más de 3 cuadras mayormente habitada por parejas de edad avanzada y ahí, en uno de los únicos dos departamentos de la calle, estaba instalado este grupo de amigos fiesteros y borrachos que algún vecino, en alguna ocasión contando sus aventuras de juventud, comentó que él los entendía y que o se les quería o se les odiaba mucho, que eran una horda increíblemente bien estructurada o un carnaval que nunca termina, pero quizá solo él los toleraba, el resto se manejaba entre quejas con la polícia o con quienes les alquilaban el departamento. El otro departamento estaba desocupado.

Para mediados del 2008 llegó a vivir el Mudo al departamento que estaba desocupado y junto al depa de los desmadrosos. A la semana de vivir ahí le hacen la invitación para pistear y él solo asintió con la chompa. Llegó con un 24, saludó de mano y sin hablar, agarró silla y se dedicó a inflar; así fue gradualmente descomponiéndose hasta que comenzó a coquetear a miradas con una chica que llegó ya entrada la madrugada. La chica, ya en confianza, invitaba al Mudo a bailar: "¡Sobres Mudo, vamos a bailar!", pero este we solo la miraba. En un momento ella le pide a uno de los inquilinos que le preste la habitación para cambiarse de blusa porque se tenía que ir a otra fiesta y la que llevaba puesta ya apestaba a cenicero. La morra se dirigió al cuarto, pero no se dio cuenta que el Mudo se fue detrás de ella; en esos chingados instantes que alguien dice una pendejada o se avienta una frase matona, es cuando la música se detiene y todos escuchan, tal cual pinche Chavo del 8; acá cuando cesó la música de pronto se escuchó esta breve conversación.

- ¿Por qué andas en trusa Mudo?
- ¡La traigo bien parada!

Ahí continuó la música, pero supieron que el Mudo no era mudo.

La creencia general sobre las únicas gracias del Mudo era que solo pisteaba como campeón, cocinaba muy chingón y era bien pambolero; si bien desconocían su pasado y en la actualidad era sabido que en la espalda, en lugar del apellido, debía traer un letrero que dijera: "¡Precaución! Doble semi remolque", se le reconocía que a la pelota le pegaba con un tubo.

Por terrible que sea nuestra pericia con el juego, todos tenemos una anécdota panadera; algunos tienen historias muy riatas, relatos de un show del Du Soleil que jamás volvió a verse, regresos de antología, trifulcas por severos guadañazos o miradas feitas, por una metida de ahogador que obvio el rival no tiene cara para decirle al árbitro que Fulano le embocó el dedo en el sin esquinas, así que a la primera que le sea posible le tatúa el codo en la cara y se pudre todo.

Un cuadro sagrado de esta pasión es el vato contando bañado y la flota pegándole con Tokio a las de vidrio, aunque hoy es más común la presentación en lata, no sé si porque algún virus sustentable se apoderó de nosotros los feligreses de la bironga, nos gusta pegarle a la mamada o qué chingados, pero es así; el caso es que estás inflando -a veces con una carnucha- y empieza el cotorreo de cuando fuimos Maradona (Messi para los nacidos del 94 para acá).

El Mudo no se mamaba con sus vivencias, hasta eso solo compartía que hubo un tiempo en que no tenía la cangurera tan desarrollada y se movía más que los trafitambos, por lo cual uno a huevo dice: "lo voy a invitar al pinche Mudo a ver si muy riata".

Les metimos todo la chaira con un pinche juegazo del Mudo.

Esta vida y sus misterios, aunque creo que la mayoría tiene respuesta y comúnmente muy pendeja. Este señor no era visor ni una chingada solo le gustaba ver futbol; tan no tenía ni madre que hacer que los domingos se iba desde las 7:30 al Uro y se pasaba todo el pinche día ahí viendo cuantos partidos pudiera.

Nos tenía observados porque después de lo ocurrido ese día con el Mudo, se acercó a ofrecernos un patrocinio -que en realidad consistía en 4kg de carne y 4 coquenas de 2 lts x partido- para los uniformes y comenzó a seguirnos obviamente por interés.

Los 3 partidos posteriores el Mudo a uno no fue y los otros dos dio tristeza, y el ñor se acercaba y le preguntaba que qué le pasaba, pero el Mudo solo encogía los hombros diciéndole que no sabía qué chingados pasaba. Al cuarto partido volvió a jugar de la chingada y entonces el ruco se acercó a preguntarme qué mierda pasaba con el Mudo, porque además de que ya estaba poniendo el patrocinio, nos pegaban una chinga sabrosa por juego.

- ¿Qué le pasa a ese muchacho?
- ¿A quién?
- Al central de ustedes.
- ¿Por?
- Hace unas semanas me sorprendió un jugador como él en su equipo. ¡Le ganaron al líder!
- ¡Ah, sí! Dio un juegazo.
- ¡Claro! Pero estos 4 últimos a uno no vino y los otros jugó de la chingada.
- El primero estaba de viaje, por eso no vino.
- ¿Y los otros?
- El segundo estaba enfermo del estómago, el tercero de la garganta y pues anoche estuvo estudiando, de hecho no iba a venir.
- Pero si estuvo tan enfermo ¿por qué vino?
- Yo no dije "tan enfermo".
- Entonces por qué le afectó tanto.
- La enfermedad no.
- ¿Entonces?
- El pedo es que no podía pistear.
- ¿Eh?
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Arrancamos tempra la peda, tipo 17 horas y ahí le dije a este we: "Mañana jugamos a las 8 ¿quieres jugar?", y el vato bien verga me dice: "A huevo! De hecho viene un primo que la arma chingos."

Realmente jugábamos por juntar a la bandita a hacer algo más que engrosársela a lxs vecinxs. Nunca sabremos si el orden de los factores alteró el producto porque capaz que si al Mudo lo cotorreábamos primero por el fucho, el vato no se juntara a inflar, o capaz que sería tajante y nos diría que no mamáramos y lo invitáramos a pistear y no a actividades que a estas alturas y en nuestras condiciones solo expongan nuestra integridad física.

Avanzaba la reunión y veíamos cómo se iba destruyendo el Mudo. Llegó el momento que descartamos su participación por su evidente estado etílico -condición tan perceptible en todo ser humano cuando el rostro se configura lo más parecido posible al del superhéroe cuya poder radica en el consumo de espinacas; así es, ya cuando pones cara de Popeye es muy probable que andes hasta el tronco-; para quienes no ubiquen al personaje o no encuentren relación, cara de Popeye es cuando ya para decir cualquier cosa, reírse o esforzarse por disimular la peda y hacer creer que estamos atentos a lo que se conversa, tenemos un ojo cerrado -y no es albur- y miramos de ladito. Desglosando un toque más estas cualidades borrachas, la cara la podemos reforzar con un andar de caballito de Antonio Aguilar y entonces sí ya estamos en víspera de que nos cargue el big chóstomo; se puede acompañar con hipo, pláticas repetititvas, prender los cigarros por el filtro, y un chingo más de cosas, pero no estamos con distintivos de un 25, sino con que todo nos gritaba que el Mudo, en cualquier instante, nos mandaba al chori.

A las 6am el we le dio fondo a una lata que no hacía ni 3 minutos que había arribado a sus manos, todavía se zumbó las babitas con cheve que a huevo quedan en el pico de la lata, se levantó de la silla, se golpeó en el pecho para ayudar al pequeño gran eructo a nacer, se sacó la truca de entre las nancys, y cuando todos esperaban su tradicional frase, dijo: "Bueno, deja me cambio y nos vamos a la verga".

Para las 7am ya todos muy bien uniformados y este vato con otra cheve, dudábamos de siquiera llevarlo. Llegamos a la pinche cancha con 15 minutos para trotar un poco; cuando el árbitro pitó para que nos acomodáramos y arranquemos, éramos 6 -jugábamos fut 7- y el arquero venía corriendo, es decir, a huevo iba a jugar el pinche Mudo porque no nos completábamos; no era por ojetes o desconfianza con este we en la cancha y su primo, pero el muy zángano ya estaba más allá de la cara de Popeye, parecía pinche cuadro de Picasso.

Para terminar de embarrarla, el equipo era garantía de triunfo para cualquier rival y encima era contra el líder del torneo que puto equipo eran puros morros de no más de 18 años, lo que quiere decir que pueden llegar pedos, en vivo, deslechados, y van a correr igual.

- ¡Voy de central!- dijo el Mudo. - Mi primo en la nos hace... ¡hip!... paro - ¡Uta! ¡Ahora cuidar que este nalga no se vomite!
El Ahijado al arco, Coyote por izquierda, Mudo de central, Twinky por derecha, Carnie medio por derecha, Primo medio por izquierda, y yo estorbando arriba.

martes, 22 de marzo de 2016

En el año del mono

La encontró sentada llorando en Paseo La Victoria, su mano izquierda cubría gran parte de su rostro, el codo de ese brazo se apoyaba contra sus rodillas, sus pies encarados a distancia y en su mano derecha un cigarrillo a medias -en realidad ya era más ceniza que amenazaba con desparramarse en el concreto-, su cabello parecía un diagrama de todas las líneas del subte y la tarde estaba fría.

Siempre pensó que esos guantes cortados de las puntas nada cubrían, pero ella los usaba igual; el cuello de la campera delataba los impulsos de ella por teñirse, unas botas enormes que sin duda le dificultaban avanzar y parecía que lo hacía en cámara lenta o como en simulacro lunar.

Se acercó lleno de nervios y le ofreció su pañuelo antes de preguntar qué le pasaba, y después supo que lo mejor fue no preguntar porque seguramente lo habría exhortado a visitar a la autora de sus días, pero de manera poco cortés.

- Ten - le dijo poniendo el pañuelo frente a ella.
- ¿Ten? - preguntó levantando apenas la mirada sin alterar el resto.
- Sí, el pañuelo. Bueno, capaz te sirve.
- Je, je. Gracias. Dios te lo multiplique - tomó el pañuelo y tratando de no hacer evidente la sonada de mocos.
- No, por nada.

Ella volvió a clavar la mirada.

- Mira que no creo en Dios, pero que él te lo multiplique.

Él luchaba por controlarse, por no quedarse congelado.

- ¿Vos en qué creés? - preguntó ella.
- ¿Eh? - continuaba sin ideas.
- Todos y todas creemos en algo - comentó ella ya sin llanto. - Yo creo en el horóscopo chino.
- Yo creo en Dios - por fin habló. - ¿Qué signo eres?
- Dragón ¿Vos?
- No sé. Ni siquiera conozco los signos.
- ¡Uhhh! ¡Deberías!
- ¿Tú crees?
- ¡Claro!
- ¿Por?
- Porque así no me cortarías la conversación.
- ¡Ah...! Pe... ro... - volvieron los nervios.
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Tu cara!
- Je, je, je - ahora no comprendía.
- Gracias por el pañuelo - se lo devolvió y agregó con sarcasmo - "¡Ten!".
- Quédatelo.
- Bueno. Me voy. ¡Chau! - se levantó, encendió otro cigarrillo y caminó.

El tipo se quedó inmóvil pensando en que ahora tenía un pañuelo menos y molesto por no hablar. Pensaba y pensaba, tanto que cuando se decidió a seguirla, ella ya se había perdido entre tanta gente.
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El colectivo no venía lleno, pero tampoco tenía lugares disponibles. Él iba sentado justo tras la puerta de en medio con los audífonos puestos cuando subió una chica que comenzó a repartir tarjetas con Piolines y Silvestres abrazados dando frases de amor o de amistad por un lado y por el otro lado el lenguaje de señas para sordx-mudxs y el mensaje: "Soy sorda-muda. Tu ayuda puede cambiar mi vida." Sacó una birome de su bolsillo, escribió en la tarjeta y la devolvió sin dinero y con un mensaje visible.
Ella tomó la tarjeta y bajó del colectivo, entonces leyó el mensaje: "¡Qué pena lo que te pasó! Me debes un pañuelo.", volteó a buscarlo, pero ya había avanzado el transporte.
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Son tantas las cosas que uno da por sentadas, que ocurren como tienen que ocurrir, cuando tienen que ocurrir, y si bien pueden representar gratos recuerdos, se les valora distinto o el valor que se les tiene, se empolva y nos sorprenden menos aunque sean eternas sorpresas porque siempre están expuestas a factores distintos a los presentes cuando se les descubrió.

Así llegó arrastrando sus pasos por sobre Defensa un fresco domingo de principios de abril con 20 grados y un fuerte viento; se detuvo en el final de San Lorenzo a escuchar una batucada y se maravilló no de ella, sino de pensar la cantidad de personas que cada semana descubrían esto que tantas veces había escuchado, personas que se dejaban guiar por esta danza urbana.

Encendió un cigarrillo, le dio dos pitadas seguidas y arrojó el humo. Estaba por dar la tercer pitada y le pareció reconocerla entre lxs danzantes, pero entre tanto movimiento, la perdió.
Ella sí lo ubicó. Se desplazó por entre la gente y notó que él guardaba unas llaves en el bolsillo de su campera; lo rodeó, le sacó las llaves, le dejó un papelito y se marchó.
Él se cayó un poco por haberla perdido. Continuó caminando hasta San Juan tratando de encontrarla, pero nada; fue hasta que llegó a la entrada del edificio donde vivía que buscó las llaves y solo estaba el papel: "Tengo tus llaves. Tienes mi número.", y el número. El tipo esbozó una sonrisa, pero prefirió inventarle al encargado del edificio que dejó las llaves en lo de un amigo y así entró.

O no eran las llaves de casa o la estrategia del papel en el bolsillo no funcionó. Sumada a esa frustrada estrategia, un telegrama en el trabajo, de esos tan recurrentes con los nuevos gobiernos llenos de viejas prácticas de dictaduras, y ante esa angustia se refugió en la primer proyección que halló en el Gaumont.
Habían pasado 36 minutos de inexplicable película -película que deseas sea demasiada elevada intelectualmente para no sentir que son los peores ocho pesos invertidos en tu vida- y le llegó un mensaje el cual toda la sala supo y leyó mientras le obsequiaban un lindo "¡shhh!": "¿También te desocuparon?", decía.

El número no lo conocía por lo que replanteó la eficacia del papelito. Volteó anhelando por un momento la facultad de ver en la oscuridad que tienen los felinos, pero no lo vio.

- "Hay que luchar" - leyó a la par de un nuevo "¡shhh!".

Llamó al número queriendo delatar al remitente, pero evidentemente hay personas que respetan esas sencillas peticiones de las salas de cine. No tuvo mas que responder.

- Sí ¿A vos también?

Ya no le respondió.

No logró quedarse hasta el final de la película y fue a sentarse en una banca de Congreso. Comenzaba a oscurecer y el otoño en su esplendor. Encendió un pucho y justo entró otro mensaje: "Hace días que no logro entrar a casa, además con este fresco vivo mormado y no tengo pañuelo que auxilie."
Mientras elaboraba su respuesta se le acercó una persona.

- ¿Tenés fuego?

Ella, sin dejar de mirar el teléfono, respondió que sí y alzó el encendedor. Terminó de redactar y envió.

- Ten. Gracias.

El "ten" sacudió sus recuerdos y camino a levantar la cara sonó un teléfono al que evidentemente le había llegado un mensaje. Por fin se enderezó ella.

- Soy rata. Conversemos.

Le p'tit jardin

(Léase escuchando la canción que aparece abajo)

Con ese temor de tan solo haberlo soñado se levantó y se dirigió a la cocina. Ahí estaba ella viendo por la ventana, sujetando una taza; volteó, sonrió mientras bebía un poco; colocó la taza en la mesa y fue a abrazarlo.
- Buenos días - dijo él sujetándola.
- Buenos días - dijo ella recostando su cabeza en el pecho de él. - ¿Pan o medias lunas?


jueves, 17 de marzo de 2016

El amor verdadero

Para Mateo y Daniel.


Dijo un amigo: el amor verdadero.

A esta altura o quizá a ninguna podría considerar que soy un entendido y definir el amor verdadero.
Que es ciego, que es lo primero que piensas y también lo último, ¡bah! montones de cosas por amor.

En otra época habría hecho comparaciones con el de Romeo y Julieta, el de Bonnie y Clyde, el de Alice y Noah, el de Sarah y Johnathan, pero ninguno se parece.

No estoy seguro de recordar, le tiran carro al Pollo Tobías, le agradecen a Panchillo Cervantes.
En la tele miraba todo juego que pasaban; sin preguntarme, sin analizar, ya me caía mal el América por comprar árbitros, y no puedo comprobarlo.

Habré faltado a muchos, pero quiero presumir que no, que cada 15 días durante 8 años -con los insoportables recesos de siempre- fui al Marte R. Gómez a ver a mi amado Naranja contra quien fuera.
Muchas dificultades el primer año en ese mundo nuevo que todos añoramos conquistar: trapeados en casa y de visita.
Efímera experiencia.

Se compró una franquicia y vamos de nuevo.
No recuerdo el orden en que ocurrieron.
Los hostiles domingos a mediodía en Ciudad Victoria, con una afición muy castrosa que cada gol a favor lo festejaban arrojando agua. Quiero creer que era agua.
Domingos de 40 grados o más porque la cancha era regada temprano.
Bajo esas circunstancias cayó el temible Atlante, 2 a 1; aplastamos al todo poderoso América, 5 a 1 y tenía miedo que nos fueran a alcanzar o, peor, que estuviera soñando. Pusimos a temblar al Puebla de Arabena y Poblete, 3 a 1 en la ida de los Cuartos de Final; le ganamos un juego decisivo a Rayados, 1 a 0 y los regios que hicieron el viaje no entendían cómo no teníamos tablero electrónico en alguna de las cabeceras.
De visita un recordado 5 a 5 en el Estadio Tamaulipas, pero gestamos la paternidad sobre los jaibos, porque lxs tenemos de hijxs y es, aunque costumbre, el triunfo más hermoso, porque han estado en el Olimpo futbolero de México, pero lxs tenemos de hijxs y vivirán así por un tiempo más, con ese dolor aunque quieran vender otra cosa.
Somos un equipo del ascenso, llevamos ahí más de 20 años.

Tampoco puedo comprobar que haya ocurrido, pero de otro modo no se entiende esa Final perdida contra Tigres, nos vendimos. Después creo que otra vez contra León.
Y si son ciertas, son traiciones terribles, dolores irreversibles.
Un domingo 1 de junio de 1997 lloré por primera y única ocasión hasta hoy por un equipo de futbol. También creo que por eso odio a los Tigres.
Buenas temporadas en el ascenso y caer una y otra vez.

Estoy a más de 8 mil km del cruce de las calles Alberto Carrera Torres y Mier y Terán, pero no me olvido.
A veces uno externa simpatía por otros colores por sentirse parte de ese universo de primera, pero no se puede arrancar algo que va en la piel y en la sangre; de club no se cambia jamás por pequeño que sea, aunque seamos del ascenso.

No sé si a mi pareja le perdonaría esas traiciones; a veces te odio y no quiero verte más, pero poco me dura ese berrinche porque junto a ti me enamoré de este bello deporte, y me duele que te hagan algo, y soy el más feliz cuando logras algo.
Junto a ti es cuando más auténtico he sido, y sentí miedo, coraje, nervios, tristeza, felicidad, y algunxs lo entenderán.
No vengan y me digan que es un simple juego, que no es para tanto, porque ¡chingado! ¡no entienden nada!

Me pides que crea y me desgarro la garganta gritando tus triunfos, y siento un pinche vacío enorme cuando nos va mal, y no duermo esperando tu suerte, dejo de comer, me da por beber.
Ahí contigo es el modo de vida, sin prejuicios, abrazando y saltando con un perfecto extraño; cantando y alzando a la chica de junto, de quien tal vez no conozca ni medio minuto, pero la veo los domingos profesando el mismo inexplicable amor y eso nos une.

Todo te perdono. Te pienso al despertar y rezo por ti antes de dormir.
Por si alguien me pregunta, tu nombre, Correcaminos, es la mejor manera de definir el amor verdadero.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Tan cotidiano

El día menos pensado, en el hecho más cotidiano, estás, estarás.

Cada tanto tengo ideas, cada tanto intento ordenarlas, cada tanto apareces: persiguiendo el colectivo, arrojando tu cabeza hacia atrás para soltar tu risa en montones de burbujas; en la mesa de junto, pidiendo fuego, llevando la lluvia a escuchar cómo entiendes el mundo, en un par de manzanas y tres chocolates; inventando con tu cabello, en un breve baile que concluyes con leve golpe, ocultando tus ojos para ofrecer un recital, reclamando un peso porque no pediste caramelos.

Cada tanto tengo ideas, cada tanto las llevo a la realidad: pregunto cualquier tontería al conductor para atrasar su recorrido, miro el cardumen de burbujas, me siento a tomar café y a fumar un cigarrillo.

Y el día menos pensado, en el hecho más cotidiano, estaremos de acuerdo en que los caramelos pueden estar convirtiéndose en la moneda del futuro.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Búsqueda

Lo escuchó a mitad de un concierto.

Él, atento al escenario, se enganchó de la conversación de una pareja (una muchacha y un muchacho) que estaba a su espalda.

- Me hace tanto ruido que me digan "ojalá encuentres lo que buscas" - dijo el muchacho para luego ir bajando los hombros mientras exhalaba.
- Una o uno busca nada más que el amor, señorito - dijo ella, sonrió, le obsequió una palmadita y comenzó a cantar la canción que sonaba.

Luego de un par de canciones casi sin pausa intermedia, continuó la conversación.
- Estarás de acuerdo que el amor no precisamente llega en una persona - retomó él.
- Puede ser, pero como en qué podría ser.
- Ni puta idea, pero se me ocurre - comentó él un poco desesperado.
- Ja, ja, ja, ja - se soltó ella - Bueno, lo tendré en cuenta.

Se despidió por primera vez el artista, y mientras la mayoría de los presentes pedían que volviera e interpretara otros tantos temas, la pareja se extendió.
- Mmm... por ejemplo en lo que hagamos para vivir - sugirió él.
- Mmm... ¿un lugar? ¿puede ser un lugar? - sugirió ella.
- ¿Cómo?
- Bah, que puede ser un lugar lo que represente lo que entiendes por amor. Igual creo que sea lo que sea depende de si lo compartes y con quien.
- Sí, puede ser ¿Por qué no?
- ¿A dónde te gustaría ir? - preguntó ella.
- La verdad que no había pensado en eso.
- ¡Dale! ¡Metele onda! A mí me gustaría ir a Noruega y ver una aurora boreal.
- ¡Naaa! ¡Qué puto frío!
- ¡Uuuh! ¡Bueeenooo! Por eso aclaré que a mí. ¿No me acompañarías?
- ¿Ya?
- ¡Obvio no, bobo! ¡Estamos a mitad de recital! Además no sé si a la hora que salgamos haya vuelos; lo bueno que allá es invierno y es probable verla si vamos saliendo.

Justo después de ese comentario el tipo volteó a conocerla, mientras el señorito miraba a cualquier lado; ella lo notó, se miraron, intercambiaron sonrisas y el tipo regresó la mirada al escenario.

- Do you spe... - intentó preguntar ella, pero sin éxito.
- ¡Solo español! Ni inglés ni noruego o lo que sea que hablen aquí.
- ¡Ah! ¡Perfecto! Yo también - se emocionó ella - ¿De dónde sos?
- Qué bueno que nos entendemos, aunque probablemente alcanzó a escuchar mis insultos al frío.
- No, no, eso no alcancé. Recién llego y quise hablarle para preguntarle algunas cosas.
- No sé si le sea de mucha ayuda.
- ¿Cómo sabe?¿Por qué lo asume?
- Bueno, tiene razón, depende de sus preguntas; pero si las hace en inglés...
- ¿Cómo sabe que es inglés si no lo habla?
- No sé. De hecho dije eso porque no tengo idea de qué quería decir.
- Justo le iba a preguntar si habla inglés.
- ¿Vio? No le sería de ayuda. ¿Viene mucho a presenciar esto?¿Vive acá?
- ¡No! ¡Eso le iba a preguntar!
- ¿Si vivo aquí?
- ¡No! Pues cosas del lugar. Es la primera vez que vengo.
- Yo también.
- ¡Genial! ¿Qué lo trajo?
- La verdad que era un pendiente que me robé hace años.
- ¿Cómo?
- Bueno, es algo inusual. No sé.
- ¿ Cómo que lo robó?
- Bah, alguna ocasión escuché que estaría bueno ver una aurora y me quedé con la idea.
- Pero si no le gusta el frío ¿qué necesidad?

Se antoja complicado volver a encontrarse con una persona a la que solo viste una vez y de quien desconoces casi todo excepto su deseo de conocer un lugar.
Años después, necesitados de un refugio contra una intensa lluvia, el escenario sería una tienda de música.
- ¿Cree que la música puede representar amor?
- Puede ser - respondió ella sin dejar de chusmear los discos. - ¿Suele escuchar conversaciones ajenas?
- ¿Suelen ignorar sus comentarios?
- ¿Qué le hace pensar eso?
- Cuando uno se fija en una chica que está acompañada -fijarse de que le guste- siempre espera que el tipo sea un perfecto imbécil.
- Oh, y por eso escucha demás.
- Tal parece.
- ¿Vos tenés algún lugar al que quieras ir?
- Sí.
- ¿Y lo compartirías?
- Sí.
- ¿Dónde?
- Un café. Contigo. Ahora.
- Está lloviendo.
- Qué cliché.
- Yo también te recordé.
- ¿Con la misma desesperación?
- Con la misma ilusión.

La oscuridad comenzó a llenarse de olas multicolor.
- Un poco de frío capaz que lo vale ¿no cree?
- Sí, claro. ¿Y, vino solo?
- Sí. ¿Usted?
- También. Pero cómo es que se animó a venir.
- Hace años que quería, pero no me decidía, hasta que luego de 30 años en una empresa, me echaron y con el dinero que me dieron pagué el viaje.
- ¡¿Treinta años?! ¡Son un montón!
- Sí, pero es así con las empresas: un día no te ocupan más. Era solo un número para ellxs.
- Pero ¿y por qué solo?
- Nadie quiso acompañarme.
- Claro, pe...
- ¿Usted por qué se animó?
- Bueno, es algo que desde hace años quería hacer...
- ¡Ah, mire! No me estaba espiando ¿verdad?
- ¡Ja, ja! Desde joven, pero hallé siempre otra cosa para postergarlo.
- Bueno...
- Bueno...

Quedaron en silencio.
- ¿Qué canción o melodía le pondría a este momento? - preguntó él.
- Mmm... se me ocurre "Você" de Jeites. ¿Vos? ¿Puedo hablarte de vos?
- Claro. Mmm... ¿Sabes? Me quedé pensando ¡qué curioso que ambos quisiéramos desde jóvenes venir a acá y hayamos elegido el mismo día.
- Sí, o el día nos habrá elegido.
- Ah, bueno, eso sería algo muy loco.
- ¿Vos decís?
- ¡Sí! ¡Ja, ja! ¿Loco? No sé si todavía me queda usar esa palabra, digo, suena a palabra que usan lxs jóvenes; aunque no creo que la usen más en estos días.
- Y, bueno ¿cuál usarías en lugar de "loco"?
- "Impresionante", aunque no tenga cara de utilizar esa palabra.
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Vos estás re loco!
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Me descubriste!

Se obsequiaron otro silencio.
- Che, me quedé con la duda. ¿Cómo robaste esta idea?
- Yo también me quedé con la duda.
- ¿Eh? ¿Qué duda?
- ¿Encontró lo que buscaba, señorita?

Se miraron, intercambiaron sonrisas y se tomaron de la mano. Voltearon hacia la aurora, ella se acurrucó; él la abrazó.
- Noche de bodas, de Sabina - dijo él y después le dio un beso en la frente.

viernes, 1 de enero de 2016

Enero 1, desdoblamiento del tiempo

Subimos a un taxi para llegar a Combate de los Pozos y me alcanzó la memoria para registrar la sugerencia que hizo el conductor de investigar la teoría del desdoblamiento del tiempo. Con eso y bastante destruido arranqué el año.

Lo que entendí más o menos, porque incluso hay términos que me cuesta pronunciar, es que Garnier-Malet propone que hagamos como lxs niñxs: no reflexionar.

El mayor miedo del hombre es ser olvidado.

Hace muchas vueltas entendió que la inmortalidad física no se alcanza, por eso desea la gloria, desea se mencionen sus ideas seguidas de su nombre, y que pasen otras tantas vueltas y siga ocurriendo en cualquier lengua, en cualquier código postal.

Así que el hombre quiere engañar a la muerte: tauromaquia, automovilismo, bungee, expediciones; pero nunca es suficiente.

Entonces, como sugiere Allen que sugiere Hemingway: el mejor obsequio, la gloria y la inmortalidad en un instante: el amor con una gran mujer; esa idea y ese nombre pronunciado, una implosión, tiembla todo y nada más importa porque el mundo, nuestro mundo, ya no será el mismo.

Creo que algo que también menciona Garnier-Malet es que la magnitud magnética del planeta la puede generar el corazón y no la mente; de ahí a que no reflexionemos. Y así dos corazones sin reflexión convirtiéndose en energía, y así nada más importa, y así cambiamos el mundo, nuestro mundo; y así esa gloria y esa inmortalidad desdobladas en un instante.