lunes, 30 de octubre de 2017

Vaivén

Ya anduve tantas veces rumbo a lo que aprendí como correcto;
la vida misma, que formó a quienes iniciaron conmigo,
va destapando tantos bellos aspectos
que me detienen a replantear el camino.

Eso que llaman esencia siempre se muestra,
nos dirigimos hacia lo que el cómplice tiempo descubre
porque es parte también junto a los "haz lo que consideres"
y a algún reproche por desajustar un esquema.

Somos el rey de una noche, de tantas
y en la barra a un costado la nostalgia, el desamor, el júbilo y la tragedia
dispuestos a encargarse de que jamás se vacíe nuestro tarro
pidiendo de regreso tan solo el relato de un algo que no han visto,
no como nosotros y anhelan poder, y bajamos la persiana
y dejamos botando nuestra presentación como ideales.

Y los dichos ponen la verdad tan accesible
y cuesta creer que sea tan complicado encontrarla,
y aparece el ideal de nuestros ideales
esa voz adecuada para cualquier momento del día
mirando desde otros puntos los cuentos que se llevó el humo.

Uno no impone, pero intenta convencer y también dará a manos llenas,
y cuestionará eso donde está el punto medio para no sentirse frustrado.

- Tú toma, mientras me duermo en la hamaca que me hiciste- resuelve todo esa voz y esas piernas caen en un blanco macramé. - Me despiertas - alcanza a decir, el balcón la mira escaparse y uno vela el sueño.

La emisora y su programa para desvelados están en estado de gracia con su selección, quizá un último whisky, pero esa torpe versión que todos tenemos de todos y cada quien de sí mismo descuida la luz que la regresa de golpe al balcón - Ya duérmete - y ya fue.