martes, 10 de diciembre de 2013

El exorcismo (8 de diciembre)

No creo en los exorcismos, pero es porque siempre creí que todo proceso de esta índole, precisaba la cabeza del afectado, girando mientras el mismo, gatea por el techo.

     En el futbol como en todos los deportes y como en la vida misma, las cifras o estadísticas sirven para marcar una referencia en una historia, para clasificar personas y, de ocuparse, para erigir un héroe; pero, aunque los números lo sugieran, nada es garantía.
     Las estadísticas, en lo personal, me dicen que, si me es posible, no salga, incluso ni al baño, los días 8 de diciembre. Los momentos más lúgubres de mi vida, el tiempo, en sinergia con el destino, los han anotado todos en ese día.
     De mis rupturas amorosas, las dos más severas, las que me refugiaron con la raza, la cerveza y el cigarro por meses, se escenificaron un 8 de diciembre; las únicas ocasiones que me han asaltado, fueron un 8 de diciembre; la más lamentable experiencia laboral que he tenido, igual fue un 8 de diciembre. También un 8 de diciembre falleció el abuelo, me quebré un brazo, y así varias cosas más; entonces, volviendo al punto, la estadística dice que mejor no salga.
     Lo anterior lo comento porque otra vez el tiempo en sinergia con el destino me ponían una prueba más de su implacable manera de trabajar; y en otro 8 de diciembre, me colocaron un importante evento y, francamente, no quería atenderlo.

     Tengo entendido que hacía años que la empresa donde ahora trabajo, no organizaba torneo de futbol y bueno, tras algunos años, lo volvió a hacer. El tiempo, en sinergia con el destino, me llevaron a cumplir con mi palabra y jugar con el equipo con el que ahora juego: los CHOLOS. Sin conocernos y ante la incertidumbre, resultamos un tremendo equipo, sin rayar ni pegarle al: "¡nombre, se maman! ¡juegan con madre! ¡el Barsa se queda pendejo! ¡que nos echen al Bayern!"; somos un buen equipo y, para la jornada 9, habiendo jugado 7 partidos, llegando con récord de 6 ganados y 1 empate, nos tocaba jugar contra Alemania, segundo lugar con 6 ganados y 1 perdido, pero otra pinche vez se aparece un pinche 8 de diciembre… ¡chingada madre!

     Está comprobado que la única manera de levantarme temprano, al decir temprano quiero decir antes de mediodía, y que me importa pura madre si ando enfermo, es si tengo juego de fucho.
     Al chile, no quería ir al partido porque no quería otra pinche tragedia. Si bien es un juego de futbol, mis compañeros qué culpa tienen de que este pinche día sea maldito para mí. Igual fui.

     Andaba de viaje y llegué sobre la hora, casi como brincando con costal porque camino a la cancha iba haciendo striptease. Justo cuando toqué reja, y con un tiro de media distancia, nos hicieron el primero; minutos después… bueno, perdón, primero que conozcan a los responsables de esta historia que acá les cuento.
     El portero es Marco, llegó a mitad de temporada porque David (el portero que inició el torneo), simpatiza más con la idea de aportar estrategia y motivación desde el banquillo, y lo invitó a formar parte. Me parece que Marco bien podría ser sacado de un anime, tiene la agilidad de un felino, la vista de águila, los ojos de muñeco, la sonrisa como un amanecer… ¡ah chingá… no! ¡Ya distorsioné este pedo! El caso es que es un porterazo y no tiene guantes.
     La defensa la cubren Raúl, de estatura titánica y fuerza hercúlea, hercúlea del verbo Hércules, no se mamen; es conocido como el hijo de Odín. El elegante Pedro, que juega como si James Dean se estuviera acomodando el cuello de la chaqueta, chaqueta del verbo prenda para el frío, mientras se fuma un cigarrillo. El omnipresente Víctor, que para cuando uno piensa: "¡ya valió madre, nos agarraron mal parados!", Víctor está rechazando la bola; es humano, no se espanten. La defensa  es su zona, Gera, que si fuéramos epopeya homérica, éste sería "el de los pies ligeros", Hermes, Mercurio, o algún malandro de esos que si no los alcanzas en el primer metro, ya olvídalo; rápido y de mucha técnica.
     El mediocampo lo envidian todos. Se los digo de posta, cada que paso lista mentalmente, me suena a como estoy seguro que le sonaba a la gente que iba al gimnasio a ver al representativo de basquetbol de EUA en los olímpicos de Barcelona en 1992: un DREAM TEAM. Están: Carlos, que parece inglés, de ésos que uno se pregunta cómo es que apesar de tanto desgaste, nunca se ensucia el uniforme; clase y buena pegada. Marcelo y Javier, que si les digo que los conocimos en Villa Fiorito enseñándole al Diego cómo jugar, lo creen; y se los digo porque los dos logran jugadas que sólo vi en un Play Station: corren, driblan, mucha técnica ¡par de jugadores! Javier padre es el parque en medio de una jungla de concreto, nos da respiro a todos, tiene más condición que media liga junta, y no se complica, recibe y toca. Seguro.
     La delantera, si fuese cuestión de conquistar mujeres, tendríamos a la envidia de los solteros y al terror de los casados: Diablito y Michel. El primero, vuela; parece que le urge llegar al baño, el problema para los rivales es que sabe trucos de magia con la número 5, la hace pequeña y no la ven jamás; además es frío para resolver, tiene temple quirúrgico. El segundo es parte del robo, ya por terminarse la temporada y nadie entiende que no le deben dar espacio, le tiemblan las piernas a la hora de definir: goleador de la liga, letal, el Chuck Norris del campo; más zurdo que mi tío Ramiro quien perdió la pierna derecha en un accidente.
     El equipo lo dirige el tigre Luis, que parece que inventó el juego: estratega, motivador y sabe cargarle al árbitro y a los contrarios.
     La esencia de cómo nos comportamos, se la debemos al tigre Harris, legendario jugador que creció y fue educado en las montañas, porque su entrega y manera de leñar, no se aprende en otro lado. Harris es para CHOLOS lo que Yaga para León O, el señor de los Thundercats.

     Les decía, minutos después del 1-0 en contra, los traíamos en chinga y luego de un rebote, Marcelo les clavó el empate. Lo gritamos todos. Después el DT me dejó participar en la defensa.
     Ya para terminar el primer tiempo perdimos la bola en mediocampo, salgo tarde, nos agarran mal parados… ¡tronco! ¡2-1! Así nos fuimos al descanso.
     Tuvimos plática correctiva y entramos decididos a darle la vuelta, pero otra bola perdida en mitad de campo, mal parados… ¡tronco! ¡3-1! Luego, ooootra bola en mediocampo, mal parados… ¡tronco! ¡4-1! ¡No mames! ¡Putos 8's de diciembre! ¡Tragedia!
     Después, no sé, sólo escucho un reiterado: "¡venga cabrones!". El equipo retomó control de balón. de un lado a otro, pero no caía el descuento.
     Iba Javi por la derecha, el sacado de Play Station se manda una jugada que no terminó al fondo de la red, además pinche portero estaba en plan de tocado por Dios. ¡No mames! Venía de nuevo Javi por la derecha, saca un tiro que le desvían y se va a la banda; la tragedia iba tomando forma. Luego, para engrosarla más, la pinche banda rival comienza con frasecitas a tono de grito: "¡pinche súper líder jodido! ¡¿Dónde está el súper líder?! ¡Pinche equipo pedorro! Eso como que se mezcló con el aire, lo respiramos y todo comenzó a salir.
     Javi otra vez por derecha. saca un tiro que desvía la defensa, pero el rechace sale al centro donde estaba el zurdo que, como bien les dije, no deben darle espacio, la prende de volea y acto siguiente el portero va y la busca al fondo de la portería. ¡4-2!

     El rival presiona a montones al árbitro, uno de sus reclamos, muy válido, era porque los dos equipos traíamos camisa roja y ellos exigían una casaca que hiciera diferencia; el árbitro los sacó cagando, el DT de ellos se incomodó un poco, pero más nada. El resto de los reclamos, puras mamadas; mamadas que provocaron que nuestro DT también se encabronara, aunque él sólo hizo dos reclamos: uno lo sacó cagando el señor juez, y el otro fue por los brazaletes que se exigen para los externos a la empresa. El último procedió justo después del 4-2 y de cuando el árbitro me respondió que quedaban 4 minutos para el final.
     Cuando el árbitro me dijo de los 4 minutos, todos esos lóbregos sucesos de 8 de diciembre, me pasaron por la cabeza… ¡chingado! Como cuando te levantas luego de una muy buena peda y la saliva te sabe a cenicero y piensas: "¡¿por qué chingados fumé tanto?! ¡La última caguama no debí abrirla!", o cuando te despiertas con el mastique suelto y el octanaje muy alto y dices: "¡pinches tacos ¿para qué iba?!" Bueno, yo sólo pensaba: "¡¿para qué chingados venía?! ¡Nomás a joder al equipo!", pero como Liverpool en Estambul en el 2005, como el fénix, y con la soberbia de éstos, todo cambió.
     Víctor, el omnipresente del campo, manda un pase a Michel, pero el balón corre un poco más. El balón iba botando y Michel, una jugada que parecía perdida en las jodidas estadísticas, hace algo entre media tijera y chilena; vaya, regresó el balón al centro del área, el pex para los contrarios fue que todos se fueron tras Michel, incluso el portero, y solo como letrero en carretera, entraba Carlos, el inglés, a cabecear y marcar el 4-3.

     Dios sabe que no miento, cuando Michel recibe de espaldas en 3/4 de cancha, pisa la bola, se da la vuelta y toca a la banda derecha; un toque tan suave que llega justo a su destino, como cuando de noche tomas un carro y vas a asomarte a la calle donde vive la mujer de tus sueños, avanzas despacio como si se detuviera el tiempo, como si eso la iluminara más, como si eso la levantara a que la vieras, y llegas justo frente a su casa y arrojas una flor, un poema; así el pase de Michel, correspondido por la llegada de Javi, que pegó un fierrazo que para cuando el portero volteó, ya estábamos todos acomodados en nuestro campo, esperando que sacara la bola del arco; Dios sabe que cuando eso pasó, yo estaba más emocionado que un niño en juguetería, más extasiado que Víctor Hugo Morales con el gol de Maradona a los ingleses en el 86'; más al borde de un emotivo llanto como cuando al chico de 18 años le dice su novia que después de 2 semanas, ya le bajó ¿Preguntaron por el súper líder?… ¡Tomen, putos! ¡4-4!
     Ya no importaba cuánto quedaba, el tiempo, en sinergia con el destino, iban a meter el quinto gol antes del silbatazo final.

     ¡Qué equipo! Nunca nos caímos ni en el más oscuro momento del juego.
     Ellos estaban desencajados, quizá más analíticos de qué carajo les estaba pasando, que de terminar el juego.
     Recupero la bola, se la mando a Marcelo en la parcela izquierda, recorta a uno, se perfila y un perfecto carnicero se barrió a tapar, pero las barridas están prohibidas. Tiro libre, queda nada y, frente al balón y la barrera, está Michel. Me acerqué con Michel a decirle que si no hallaba el espacio justo, la tocara a la derecha donde le iba a pegar con todo lo acumulado de los 8 de diciembre y exorcisarlo para siempre. Michel asintió con la cabeza, pero su mirada ya estaba festejando la antológica mañana que acabábamos de gestar. Dio tres pasos hacia atrás, escuchó el silbatazo, trotó y pateó. Lo más parecido al trayecto de ese tiro libre es cuando andas pateando la pelota dentro de casa, le pegas al florero y miras en cámara lenta cómo va camino a desintegrarse tan pronto toque el piso; así fue el disparo. El balón pasó por un costado de la barrera, por debajo de los pies de un defensa y, por último, por debajo de los estirados brazos del portero; para cuando volví en razón, ya estaba buscando a Michel que festejaba con la banca. ¡Súper líder! ¡5-4! El juego terminó.

     Hay que tener cuidado con lo que pedimos porque puede cumplirse. Ellos preguntaron por el súper líder y lo hallaron. El desenlace del torneo se los debo, lo importante es que los 8's de diciembre, chingaron a su madre.




a. lombardo