jueves, 21 de julio de 2016

Muchxs tienen a lxs mejores

Te darás cuenta que muchas personas, según ellas mismas, tienen lxs mejores padres, madres, hijxs, hermanxs, sobrinxs; pero no sé realmente quién tenga a lxs mejores, incluso no sé si sea algo posible de definir porque -y también te darás cuenta- lo mejor para ti no será precisamente igual a lo mejor para alguien más.

Lo que sí puedo declarar con certeza es lo que representas para mí, de ello jamás habrá duda porque llegaste siendo aprendizaje, conocimiento y fe pura, yo que no soy tan creyente.

Hasta hoy la única ocasión que debí regresar a casa a cambiarme la camisa porque la que llevaba quedó vomitada, te la debo a ti.

Me habrán cantado tal vez en 32 ocasiones el cumpleaños feliz; digo tal vez porque no puedo garantizar que en cada año de mi vida haya ocurrido, pero atesoro la versión dedicada a mis 31 que cantaste aunque querías dedicársela a tu amigo que es mi tocayo; después, al año siguiente, tu eufórica felicitación que no tendrá comparativa a menos que decidas remasterizarla.

Tenías los ojos bien abiertos y una mano -que no alcanzaba a ocultarlos- cubriéndote la cara cuando nos conocimos; habrán sido alrededor de las 3:30 del martes 19 de julio del 2011. A las 22 del 18 me llamó tu jefe para avisarme que llevaba a tu jefa al hospital porque ya estabas por llegar.

La idea era que nacieras sin intervención quirúrgica, pero en una última revisión detectaron que la llegabas muy lejos y que no saldrías porque se iba a trabar, entonces hubo cesárea.

Mientras llevaban a la Frizbie al quirófano y Puppy la acompañaba, me pidieron que consiguiera una espada de hoja de diamante porque solo ese tipo de hoja no se rompería al chocar con tu esta tan bañada. El problema era que ese tipo de espada hacía 400 años que no se veía una.

Salí corriendo a cualquier lado por no saber cómo ayudar hasta que encontré una puerta de cristal que si le arrojas fuego directamente, te convierte en humo y eso hace posible que te comuniques con las nubes y ellas te muevan en el tiempo porque ellas son testigo de toda la vida.

Me movieron hasta Australia 400 años atrás donde vivía el forjador de la espada que necesitábamos; el vato me dijo que tenía que viajar hasta 32 años antes de tu llegada y buscar a dos bebés y limpiarles la frente con un algodón rociado de una poción de evenflez: el bebé varón estaba naciendo en Reynosa; la beba, en Monterrey.

Lo que esa poción provocaría era que la beba y el bebé cuando crecieran se buscarían y darían vida al ser que justificaría la existencia de la espada de diamante oculta por siglos en el corazón de la Sierra Madre Oriental.

Pude volver a tiempo, a la 1:19am con la espada y 2 horas después llegaste.

Quizá por esto te rete la Frizbie, pero de todos los "no mames" que me han dicho, los tuyos son los mejores.

Un rompecabezas que no se ve, completo sin imagen definida, armado, pero vas pintando cada pieza con cada uno de tus detalles.

Hasta donde me es posible confirmar, eres el mejor primer sobrino para mí, porque la mínima diferencia y no aplica.

Eres la única persona a quien para hacerle estudios le sacan agua de jamaica.

sábado, 9 de julio de 2016

Temas sin sentido

Si pudieras ver los cielos de Buenos Aires en junio, no sé quién está encargadx de cambiar esas diapositivas, pero es un genio, una genia; son naranjas, los cielos, claro.

Digo de Buenos Aires en junio y no de junio en Buenos Aires porque -y de esto no tengo fundamento alguno- estoy convencido que este lugar es un museo con esta exposición tan particular por la que poco se esmeran, no te muestran su mejor cara, una mejor perspectiva, quizá estamos tan habituadxs que damos otro valor, obvio que quien recién la descubre la encuentra de un modo y probablemente no le encuentre igual en una segunda oportunidad, porque segundas partes suelen no ser buenas, pero acá no. Puede ser una postura borgeana, celosa, que nadie más pueda verlo.

Hay tantos rincones para desparramarse, para construir clichés en compañía de un libro, cigarrillos, mate, audífonos, que las hojas del libro se llenen de tierra y el separador se manche de yerba. Entonces aparece una señora empujando el cochecito con su nena abordo y retando a su pibe: "¡Caminá adelante que no tengo ojos en el culo!".

Decides andar este lugar y hallas un lindo PH afuera de lo que fue un chino -mercado-; es una linda habitación ensamblada por objetos que la gente larga: un cómodo sillón, un marco que encuadra un fragmento de un graffiti, un pequeño tapete al costado de la cama, unos cuantos títulos sobre una mesa de periodico, techo de cartón y lona, y luz tenue alimentada del poste inmediato.

Personas interactuando en un recoveco lleno de pósters y cosas aparentemente inservibles estratégicamente colocadas, te acercas y son todxs intelectuales -igual con los niveles que uno maneja eso es bastante posible-, escuchan jazz, resuelven política que lxs políticxs no pueden o no quieren, y se reúnen a ver películas nada comerciales procedentes de cualquier parte y te enteras que existe una pieza inconclusa para piano mecánico.

Te alcanza el amanecer con algo de lluvia, llega tu café y ella mira a la calle como si eso apresurara el taxi; se desdobla el tiempo y son ya tres días sin dormir, el cuerpo protesta envolviéndote en un aroma a todos tus vicios, a todos tus miedos, a todo el alcohol, a todo el humo y todas las cenizas.

Una linda mente irrigada por un corazón podrido y esa escena donde él abre la puerta con más bronca que atención y ella todavía tira un último intento:
- Bueno, me voy.
- ¿Volvés?
Mira la hora en su teléfono y luego lo mira a él.
- ¿Querés que vuelva?
Y ahí le encendió el cerebro, la miró, la sujetó de la mano y le habla al oído.
- No quiero ni que te vayas.

Entonces es verdad que lo más trivial se vuelve fundamental, y yo traeré todos los narcisos o la flor que prefieras.

Somos uno de esos temas tan sin sentido, arrancamos de cualquier parte sin punto fijo, sin página ni capítulo.

martes, 5 de julio de 2016

El Club de la Línea

Comenzaron a organizar velorios como en Cochabamba. Ubicaban muertxs frescxs por quienes ni un alma aparecía, pasaban una iguala mensual a la morgue, en la madrugada sacaban los cuerpos, alguien de lxs integrantes del club de la Línea prestaba su casa, y a los dos días se hacía el velorio; invitaban y se entregaban sobres con guita que luego cada invitadx entregaba a lxs "familiares" que eran quienes ponían la casa para el evento.

El verdadero lavado no era lo que invertían ahí, era una especie de tanda.
Todo cubierto.

Los lunes y los viernes entre las 17 y las 18 era que abordaban ese colectivo y les llamaba la atención que aunque siempre iba lleno fuera un lugar tan sin vida.

La mayor manifestación de vida que en ocasiones encontraban en cualquier unidad era cuando el conductor dejaba pasar a alguna conocida sin cobrarle, le insistía que ocupara el primer asiento -el que está inmediato a la derecha del sujeto- y hacerse el lindo hasta que ella bajara; el resto eran personas dormidas realmente o en sus teléfonos. A veces también rostros laburando en cómo hablar con la linda chica, con el lindo chico; a veces también personas leyendo y unx que otrx pulgosx arrimando de frente o de reversa.

Alguna vez le plantearon al chofi si no le daba hueva tanta gente y tan poca vida, ¿te das cuenta? Suben tristes, molestxs, alegres, nerviosxs, asustadxs, ansiosxs, con sueño, mas no se sabe si aún con ellos. ¿Cómo cambiar semejante dinámica?

Las empresas pagan fortunas por bases de datos y unx tiene tantas posibilidades al alcance, pero prefiere continuar con cargas, aun si se arrepiente de haber asesinado, ya no puede cambiarlo; mientras no haya Ctrl + Z en la vida, no hay manera de cambiar decisiones o comentarios ejecutadxs.

El chofer estuvo de acuerdo en que era complicado, quizá como conducir carrosas.

- A vos que no te preocupe de dónde porque acá no lo haremos, pero necesitamos lavar dinero.
- Pero puedo tener problemas con la administración de la Línea.
- ¡No! Acá saldrá el medio, pero acá no verás esa plata, aunque tendrás tu "beca".

Y ahí cambió el rubro del servicio de colectivos, querían imitarlos. Dejaron de ofrecer el servicio y arrancaron a ofrecer la experiencia, la vivencia.

Se volvió en algo como el Fight Club: una enorme red conectada, personas y personas interactuando, desarrollando y compartiendo conocimientos por otros, una gran fiesta donde cada parada podía ser gente diferente. Ahora todo el día iba llena esa unidad, dejaban pasar hasta 10 unidades con tal de subir a esa.

Todo comenzó con selfies: se llenaba la unidad y ahí uno buscaba el ángulo, los otros -colocados a la mitad y al final del bus- se hacían los copados y agitaban al resto a acomodarse, a posar; después el fotógrafo pasaba una cuenta en facebook para que la gente se hallara y se autoetiquetaban. Como siempre se renovaban el movimiento no aflojaba y ahí comenzaron con otras cosas: contrataban tipos en moto que pasaban a un costado activando rifles con salvas y la gente se tiraba al piso, el claxon del colectivo eran los sonidos de un freno precipitado, golpes, alaridos y cristales en lluvia; todo lo documentaban y cada vez más gente sabía la dinámica.

En épocas de calor a ciertxs pasajerxs les entregaban pistolas para agua y arrancaba la guerra, durante el frío regalaban chocolate caliente, con la noche cada tanto salía esfera disco, siempre había música y hasta habilitaron espacio para música en vivo, poesía, clown y stand up. Al ser un secreto masivo infiltraban espionaje para anticipar inspectores de ruta aunque muchas veces ya eran parte.