miércoles, 30 de enero de 2013

Rally

Estuvo muy curioso porque fue en varios lugares, de pronto estaba toda la gente en París, andando sobre calles que por alguna razón conozco aun sin haberlas recorrido, avanzabas por el bulevard Saint Germain y en la ventana de Old Navy mostraba su rostro lo que buscabas; luego andabas por Buenos Aires, me parece que por Corrientes pero ineludiblemente como el mar llega a la orilla, todos llegaban a Lezama. En el parque, por ese caminito repleto de bancas y macetas, ese que te alcanza un viaje en el tiempo y te muestra algo de lo que fue esto que ahora observas, por ahí vas trazando un tango, sin dudas, sin prisas; me lo has contado al oído, el tango es inequívoco, aunque tropieces, no hay errores y sigues bailando; igual pasa con el amor, el verdadero, con el que los tropiezos son quizá para inventarse algo pero jamás para detenerse.
¿Viste que pasa a veces que sueñas algo y te levantas buscándolo, aunque quizá nunca antes lo hayas visto?
Así te ocurrió, en el sueño, hablabas de un sueño donde soñaste que soñabas que conocías a una persona con quien te entendiste a la perfección, porque hacía los comentarios justos y necesarios, como si fuera leyendo en voz alta cada uno de tus pensamientos.
Y estabas algo abatida por temor a que se tratase de una imagen que quizá tu memoria inventó y por ello lo creías tan real, tan tangible, tan palpable. Era como un rally: ibas a París para encontrar la pista que te llevara a Buenos Aires, para encontrar la pista que te llevara hasta lo que llamas hogar. Era como si mientras viajabas, todo un staff iba montando el escenario de tan importante instante.
Cuando lograbas regresar, avanzando por una vereda forrada de madreselvas, pasionarias, buganvilias, jacarandas, flamboyanes; cerraste tus ojos y seguiste, rozándolo todo apenas con la punta de tus dedos, como si las flores hablaran y tus manos las escucharan.
Al final del trayecto vislumbrabas como la lluvia se disipaba y ahí, donde las nubes se dispersan y emana la luz que el corazón te dicta seguir.

lunes, 14 de enero de 2013

Carta No. 1

15. diciembre. 2012

En pocos días, tenemos entendido
que termina el mundo,
pero ¿Qué mundo?

Primero disculpa el desorden de mis ideas,
las mostraré esperando hagan sentido,
si no, al final, tan solo haz la sumatoria:
te quiero.

Por una parte, tenía convenio editorial
con mis obsesiones, de permitirme llamarle un buen año
si me gastaba al menos una libreta en ese período;
esta vez faltaré a ese absurdo pensamiento,
restando no sé qué tantas hojas; al menos ahora veo
que el inicio del final de todas ellas, es para hablar de ti.

Para ofrecer un escrito con tintas barrocas
de lo que lleva ya tiempo sucediendo.

No me había animado a aceptar, siquiera a notar,
que el aliento me abandona cuando te miro,
debe ser algo bueno.

A veces tomo calle casi en ayunas,
solo llevo en el estómago tus sugerencias,
tus buenos deseos y el boceto de un encuentro
que denota sencillas conversaciones
y acota besos y abrazos.

Ten por seguro que los viajeros se cruzarán
con un semblante lejano, con una atónita mirada
que dos pies flotantes transportan,
esa cara de tonto, pasmado, que va pintando
las calles, de tu existencia se desprende.

Ahora mismo no recuerdo la intención de todo esto,
me gustas, ya lo sabes, no actúo más;
en verdad no se asoman razones y no hacen falta,
me centro en pensarte.

Que termine el mundo, aquél de ausencias,
de limitantes, de privaciones; ante la ciudad,
ante el fresco, vayamos rescatando lo magnífico
y comencemos a narrar el nuestro.




gatts

Carta No. 2

No antes, no después, las cosas
van en el momento justo;
tengo que lidiar con una noticia terrible,
y eso es mi apreciación.

Me parece que le van a sacar los colores al mundo,
el baile más alegre tendrá interpretación de fúnebre marcha,
pero esas son mis conjeturas.

Acá resaltan ciertas cosas;
tomaré mate, en verdad lo prefiero que al café,
no es por mi declarado amor por Argentina,
sencillamente lo prefiero, para explicar,
si es que me es posible, esto que ocurre.

En algún instante le hallé sabor al cine,
cuando antes lo repudiaba,
ahora me ofreces una maravilla de solución:
lo prefiero en casa, contigo;
saturando la cocina de tu risa,
saturando la casa de este cuadro de novela,
donde te diré que el cine europeo
es real, palpable, pero crecí con Hollywood
y su final feliz; y no hablo de salas de masaje
y su doble giro, pero acá, como recién leí:
"al carajo el final feliz, que esto nunca termine".

Entonces llevaba tiempo pronunciándote.
Lo otro, creo también haberlo confesado:
soy nuevo en el jazz, tal vez siempre lo sea.
De lo poco que conozco, puedo decir que quizá
lo atractivo del jazz es que siempre suena distinto,
aunque sea una melodía que haya escuchado
ya muchas veces; así es contigo,
eres como un jazz: siempre suenas distinta
y aunque te he escuchado mucho,
me es imposible dejar de hacerlo.

Tus manos que improvisan en piano,
tus ojos suaves como un sólo de viento,
tu respiración agitada que se difumina
tan sutil como los golpes de las baquetas;
y tus labios que van inventando
sonidos tan profundos que marcan el paso.




gatts

Carta No. 3

Háblame de tus nervios,
déjame saber qué provoco,
déjame alegrarme porque lo provoco.

También ha vuelto a ocurrir un detalle:
aparecemos bailando algo que sólo tú y yo escuchamos,

Cómo me pudre que te hablen,
saber que hay mucho de ti para el mundo,
pero me tranquiliza saber
que hay algo que es para mí.

Tendrían que verte como yo lo hago
para entender esta sensación,
cómo el entorno se colapsa
cuando apareces.

De mis sueños no daré detalles,
incluso en ellos soy vulnerable,
pero descuida, es también armonía,
porque correspondes y atiendes
a lo que se me ocurre.

Antes pensaba que debía tener el mundo resuelto
para ofrecérselo a alguien, ahora solo entiendo
que a ti te necesito, para comenzar a resolverlo.




gatts

Carta No. 4

Poco ayuda, porque en el presupuesto del tiempo,
poco está canalizado hacia mí.

No quiero robar discursos y que suenen a que son míos.
Me hallas huraño, como otras veces hallaste alegría,
confidencia y como algunas ocasiones
encontraste mis brazos esperando a los tuyos,
mis manos embriagadas de tus piernas, de tus pechos,
mis ojos distantes, ahí sumergidos en nuestras sombras,
inhalándote, donde algunas veces nos dijimos todo
en silencio y sin prisas.

De esa calma yo hablo,
como quien pinta la vida, como quien captura esencias,
como quien resuelve perfiles de un viaje entero
y le asigna situaciones a toda una sinfonía.

Con la calma que desmenuzas un guante
hasta que te resulta adecuado, así te pienso,
así te busco, así te atiendo.

Mencionaste tus nervios
pero no hablamos de los míos,
a mi me tocan fragmentos, esbozos,
y lo veo con ansiedad, con desesperación,
pongo sobre la mesa cada encuentro
como piezas de rompecabezas,
cuando dirijo el tiempo, comienzo a armarlo,
se vislumbra tu figura y en pequeñas porciones,
lo evoco todo.

Hubo momentos que cada palabra que acá coloco,
les di un valor, un nombre, y ahora todo lleva el tuyo.

Te escucho hablando, declarando con enorme alegría,
donde tu sonrisa no basta, ni el conjunto de ella con tu mirada,
ni tu sonrojada nariz, que ya no hay que regular más el tiempo,
ahora nada lo invade, ahora nada nos limita,
comencemos por nuestro mejor recuerdo, sin gafas,
sin prisas fundirnos y así, ir cayendo como manto violeta
que cobija todo un parque.




gatts

Carta No. 5

Es muy probable que para una mayoría
un negocio tome cinco minutos
y el resto de las dos horas destinadas a esa reunión,
serán para valorar lo que ocurra en cualquier parte:
bromas, música, bailes, catastrofes.

Algo también probable es que esa misma mayoría
no entienda nuestra empresa, no conciba que nos tomamos cinco minutos
de impuesta cordura y el resto destinado
lo saboreamos, lo digerimos, lo tomamos cual café
y lo acompañamos con nuestras vidas
desmenuzadas como panecillos.

Para lo banal, son cinco minutos;
para lo importante, hacen falta esos cinco minutos.

Está también ese juego, desgastado, siempre vigente,
de guardarse las cosas para no quedar expuesto;
me parece más terrible quedar expuesto a la soledad,
por guardarse un "me gustas",
por besarte un "te quiero".

Ese cúmulo de ideas que aparece de golpe,
que uno tanto ensaya para reducir los índices
de error, de confusión.

La piedra Rosetta lleva un mismo mensaje en tres lenguajes, mensaje lineal;
la mente, los sueños, el subconsciente, manejan
una misma idea en diferente lenguaje,
así creo que pasa con las declaraciones de amor,
uno trae tantas cosas que decir, que no logra darle un orden,
se sabe cuando se siente, de ahí me parece que surge la frase:
"El amor de mis sueños".

Lo que el subconsciente sugiere, a veces sueño que lo sueño,
y lo mejor que al consciente se le ocurre es procurarte,
¿besarte? es lienzo libre, tuyo.

Debo mencionarlo ahora, no voy a ocultarlo,
aunque no hace falta, lo cierto son tus labios rosas,
me hipnotizan con sonrisas y con besos detonan todo en mí,
todo eso que no ves, ellos lo hablan, ellos lo recitan.

Ahora quiero hablar de tus ojos
van de un lado a otro provocando a los míos a corretearlos;
cuando miras hacia arriba, ahí está parte de tu encanto,
eres tan expresiva, cómo tus pestañas: largas, abundantes,
se sincronizan, se muestran en grupos
y obsequias dos pequeñas coronas
y yo me ocupo de tus manos frías.

Cuando insitas en alejarme
por lo que llamas debilidad,
contaré entonces cada uno de tus lunares.

Pones barreras con la idea de sentirte mal,
pero tú, como un sólo gesto,
no puedes ocultarte.

Un diminuto sol me permite notarlo,
debería sumergirme en el mundo detrás de los párpados,
ese que creamos y se mantiene agasapado,
ajeno, huraño y que en un instante encedemos,
iniciamos una fiesta tan apasionada.




gatts

Carta No. 6

¡Qué tarea! Tengo que frecuentarte,
estar a ti, creyendo que descifro lo que piensas,
creyendo que lo sé y, claro,
que ahí emprendo largas caminatas.

Todo este empeño sería arrogante
llamarlo loable, audaz, estructurado,
pero algo en ti me mueve o toda tú.

No te preguntes si es que te parece
que me voy vaciando, quedando sin recursos,
tal vez entonces habrás recorrido
hasta las fronteras de lo que me inspiras
para adentrarte en los caminos
de lo que juntos inventamos.

Y volver, releer aquello que en algún punto
te resultó familiar y ahora notas distinto,
porque es así, este amor siempre se renueva
o quizá jamás se consume.




gatts