martes, 16 de octubre de 2018

Lindo pensar

Hay personas que en el verano mueren de aburrimiento, y esos días y todos los días es lindo pensar y creer que aún ocurren esas historias de personas que gustan saber qué animal serían -sin ser pregunta de certamen- y fantasear con esa libertad que se mira y no se toca.
Cuánto sentido en observar un exceso de risa y un labio partido, gente que no es tan simpatizante de otra y por eso prefiere los cajeros automáticos; cuánto sentido de la timidez en la atracción, en venir y ofrecer un dulce o un diario, andar un par de minutos y volver a aproximarse.
Es lindo pensar y creer que aún hay historias de películas favoritas, de jugar a adivinar canciones, un raro collage un martes nublado apreciado con complicidad y un pulgar retirando las boronas de las comisuras; historias de flores, una foto y una de ellas indicando el verso preciso, dos horas en el cine y dos suspiros interminables frente a un jardín. Es lindo pensar y creer que aún hay historias donde dos inocencias se desempolvan, redescubren lo olvidado y en un rincón de la calidez se vuelven eternas.
Habrá que creer que al fin entre tantos desayunos vacíos hay una verdad al soñar, que la mañana sujetará y construir en realidad al diluir el suspiro.
Es lindo describirse en colores jamás vistos, inventar sentimientos, contar jacarandas, encontrar palabras en la ciudad, el frío, cena y un refresco para dos y tardarse más al pagar agrupando los vestigios de un sueldo y quitándole pelusa de bolsillo a algunas monedas; habrá que caminar, mi mano se asoma cuando la tuya la busca y somos un tótem humano y las sombras nos imitan, los perros lo gritan, un gato nos dibuja y una procesión contempla esta locura que asusta y conmueve brincando sobre macetas enormes.

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