viernes, 19 de octubre de 2018

Verdades absolutas

Hablando de verdades absolutas ¿existirán o son absolutas dependiendo del universo afectado?

Para una madre es sabido que los tupper son todos con "V" de valiste cabeza si lo haces de agua, aunque si se piensa podría no ser absoluta sino sagrada, que es varios danes más arriba. Otro aspecto sagrado para ellas es respetarles la siesta de 15 a 30 minutos en los que hay que ser ninjas, ahora es más fácil porque te tiran un mensaje al celular -por la aplicación que gusten- y ni se dan cuenta, antes se corría el enooorme riesgo de que sonara el teléfono o que llegara un compa gritando; bueno, en ese lapso tratar de no molestar porque podrían estar sacando todos los seguros al Tártaro y estar yendo en primera clase camino a valer pura corneta.

Hubo un tiempo que no se comprendía lo sagrado de algunas cosas aunque ahora se comprende de sobra.
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Cómo les arruinó la tarde ese güey.

Era todo un pedo armar bien la reta porque a algunos, inexplicablemente, les valía mandinga jugar, a otros no tanto, pero luego se les daba por ir anca la chingada en clases y pues no los dejaban salir, otros estaban bien puños y se agüitaban porque por partido eran dos o tres pendejeadas por fallar goles hechos o porque con la finta más pendeja se volteaban y les pasaban la pelota sin más. Cabe hacer mención honorífica de aquel que existe en toda reta y corre chingos y es un pinche tren sin freno sin el más mínimo ápice de técnica; otra mención para el culero que nunca falta que pudiendo solo tocar la pelota y anotar, siempre a huevo la manda anca la mierda y se chinga el arquero unas veces hasta que la hace de pedo de que ya no va a ir por ella, pero termina yendo porque su pendejez en ese gol que se tragó es imperdonable y lo menos que puede hacer es callarse el hocico e ir por el balón.

Bueno, ese pinche día todo se alineó: ni castigos ni hueva ni agüite ni nada, uno que otro culo, pero la reta se armó chingona. Generalmente si venía coche o persona pos a huevo se paraba el juego y era cuando había que echar la firma o ir en chinga a la tienda; el peor escenario para algunos era que su hermana fuese el motivo de la pausa y de pronto ambos equipos estaban emparentados o algún arriesgado a querer hacerse el canchero.

Apenas y eran las 4pm cuando llegó Pepona a casa de Chavacano.
- ¡Chava!- gritó dos veces y entonces salió.
- ¿Qué pedo, güey?
- ¿Vamos a jugar hoy?- preguntó girando la bocha como si fuese a elegir un país.
- Pos yo estoy puesto. ¿Y la raza?
- Acabo de ver a Roli, venía de la tienda y dijo que nada más tragaban y salían él y el Patas.- Patas era el carnal de Roli.
- Ah pos mamalón, sí se arma. El joto de Uresti y su carnal ¿qué pedo?
- Pos deja les hablo en chinga.
- Seríamos 6, así jala chido. Igual creo aquí andan Luisillo y Osva, deja voy a buscarlos.
- Sobres.
- Sobres.

Cuando Pepona arrancó ya venían Roli y Patas.
- ¡Güe', háblale por fa a las cagadas estas a ver si van a jugar!
- Ya... ya... ya... ya les dije y... y... y... y sí juegan.- respondió Roli con su característico tartamudeo.
- ¿Qué dijeron Luisillo y Osva? - preguntó Pepona a Chavacano que ya estaba en la cancha.
- Culeraron los dos.
- ¡Pinches culos!
- ¡Sí! ¡Pinches culos!
- ¡Al chile, pinches culos!
- ¡Qué... qué... qué... qué culos!

Aparecieron los Uresti, las porterías ya estaban colocadas en su medida oficial de dos pasos del Patas y se armaron los equipos: Patas, Roli y Uresti en uno, Pepona, Corronga -carnal de Uresti- y Chavacano en el otro. Se disputaban nada más y nada menos que una ronda de Barrilitos de limón, refresco que era un pedo conseguir, de hecho en el barrio solo se conseguía en la tienda de Don Leoncio; pinche tienda podía tener nada o galletas caducadas hace 4 años, pero vendían Barrilito de limón, además y como tremendo plus la posibilidad que atendiera alguna de las dos hijas de Don Leoncio que tenían en la bandita su club fan; nadie nunca les habló, pero daban por realizado el día con solo escuchar el "son 21 pesos" por los 6 Barrilitos.

La reta transcurrió sin tanta mamada, una que otra pared, uno que otro drible humillante, uno que otro túnel y pocos lujos mamones. Como siempre, la reta era a 10 goles.

El juego estaba 7 a 4 a favor de los de Pepona que en ese momento estaba arrinconado entre dos coches, la banqueta -que era la línea de banda- y Roli, y la única era intentar un pase o pasarle por encima a Roli; pues le hace túnel, pero Roli reaccionó a tiempo y da media vuelta. Nadie vio la bicicleta que desfilaba por el campo, tampoco vieron la bolsa negra de plástico que colgaba del manubrio, y mucho menos esperaban que el cabrón que venía pedaleando fuera a frenar con el de adelante evitando arrollar a Roli, pero saliendo disparado seguido del crujido de la bolsa en el asfalto; de la bolsa brotaba espuma y del perjudicado un desgarrador semblante peor que de quienes juran haber visto al diablo en un baile grupero o el de quienes prendieron vela a medianoche frente a un espejo y se les reveló el rostro de su alma gemela y resultó que era el de la pareja del/de la mejor amigx, o sea al vato estaba llevándoselo el chorizo.

El tiempo trajo esa verdad absoluta y sagrada, cualquiera habría reaccionado igual o más culero. Rápido fueron a asistirle y el vato quería matarse aunque solo traía raspones en la mano derecha que fue la que evitó su beso con la calle.
- ¡No mames! ¡Mi caguama!
- Pe... pe... pe... perdón, Señor.
- ¿Está bien? - preocupado Pepona.
- ¡Mi caguama, cabrones!
- Pero ¿usted está bien? - preguntó Corronga.
- ¡Mi pinche burra!

Y es verdad, una caguama es sagrada, la burra no se mancha, es tan absoluta y sagrada que dos de ellas son el mínimo necesario diario para cumplir con el Lupe-Reyes; no sabrían si ahora tomarían el resto del envase y degollar a tan atrevido grupo, pero sí es para agüitarse chingos.
- ¿Cuánto le costó? Se la pagamos. - sugirió el Patas.

El tipo sentado en el cordón buscando consuelo en el asfalto.
- Pos 20 varos.

Por lo pronto se chingaron los Barrilitos.
- Pos de a 3.50 cada quien. - Chavacano hizo cuentas en calor.

Y ahí venía el pedo, al menos para Chavacano, Pepona y los Uresti: había que entrar a despertar a las jefas. No solo los cagotearon por despertarlas, sino que tampoco hubo presupuesto para los pinches Barrilitos.
- Ya nos chingamos con los Barrilitos, comoquiera nos los deben.- dijo Chavacano.
- ¡Ta... ta... ta... ta bueno, mbe!
- Al menos el vato ya no iba tan agüitado. - agregó Chavacano.
- Y, no, si se llevó lo suficiente pa' la caguama y un chicle.

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