domingo, 24 de noviembre de 2019

En las madrugadas

Hay momentos -madrugadas principalmente- que me gustaría inventarme recetas para un domingo, que me digas que precisas darme un abrazo y terminemos bailando muy despacio en la oscuridad de un pequeño patio.

La gente hace rato que está de más, vamos despidiéndonos que lo que sigue, y que claramente urge, solo a nosotros nos importa. Con cada escalón más nos conocemos y son muchas palabras menos, las llaves pillas se divierten retrasándonos y para entonces la ropa habrá perdido todos sus por qué.

Tengo todo tan presente: la luz golpeando solo uno de tus costados, que estás recargada contra un muro de ladrillos creyendo que logras encender un cigarrillo aunque tus manos permanezcan inmóviles por tu blusa anclada hasta tus codos, tu sostén adornando tu vientre mientras yo voy adornando tus hombros y ocultándome en tu cabello.

Pasaremos, seremos espasmos frente a un ventilador, tu mano sobre mi pecho, tus muslos aferrados a mi cintura, nos aseguraremos de no perdernos ni un milímetro de lo que ahora somos con mi rostro hundido contando tus latidos. 

Voy a pedirte que te quedes sabiendo que dirás que no, que tu coche está a 4 minutos; el tipo enviará el primer mensaje advirtiendo que está afuera, esperará y cancelará, se irá generando una penalización por no atender, y esa multa simbólica habrá momentos -madrugadas principalmente- que desearíamos poder estar pagándola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario